domingo, 12 de noviembre de 2006

Sexo sentido

No, no está mal el título, no hay errores tipográficos.No nos referimos en esta ocasión al –para mí- mejor thriller que he visto, interpretado por Bruce Willis y un insuperable y novel Haley Joel Osment.En este caso nos referimos al sexo sentido, es decir, el agarrarse el prepucio con el cierre relámpago del pantalón.Entiendo que este tema sea particularmente sensible para muchos hombres, pero es necesario abordarlo. Para muchos truhanes y cínicos, es el contrapunto a la clásica queja de la mujer por los dolores de parto (“Vos te quejás del parto porque no sabés lo que es agarrarse el quetejedi con el cierre”). Y si no pregúntenle al quetejedi, que a los alaridos te lo canta. ¡Otra que monólogos de la vagina!El mayor desafío para escribir sobre este flagelo fue no caer en la chabacanería fácil y la superficialidad absoluta (espero no caer fácilmente en la superficialidad y ser absolutamente chabacano).Para esto me he documentado, a pesar de que puedo hablar del tema por experiencia propia.Estos accidentes son muy frecuentes en la etapa infantil y personalmente creo que se deben a la dispersión mental y poca capacidad de concentración de los púberes. La mínima distracción en el cumplimiento a rajatablas de la secuencia “abrir-sacar-usar-sacudir-guardar-cerrar” puede traer catastróficas consecuencias.La frecuencia y carácter común de este accidente está citado en distintas publicaciones médicas y en ámbitos académicos. Pueden consultar al respecto las publicaciones de Merck & Co., Estudiantes Medicina TV y Pene Salud, donde se analiza el tema objeto de esta nota. Con esto quiero decir simplemente que si yo me lo agarré y puedo ser boludo por ello, al menos no soy el único.Al empezar a recordar cuandos y porqués, en principio creí erróneamente que mi generación había sido la última camada en sufrir este tipo de patología, ya que no conozco a ningún varón de generaciones más cercanas que haya pasado por el ritual de hacerse este pseudo-piercing.La forma en que ahora las telas cubren mejor las cremalleras, enfundando por lo general los cierres, o la simple evolución humana hacia un futuro mejor parecían haber extinto el problema.Sin embargo, el día 16 de marzo de 2005 el doctor Juan Emilio Losa, experto de la Fundación Alcorcón reportó un caso reciente (ocurrido con posterioridad a una relación de sexo oral) del que pueden sacarse dos conclusiones de peso.En principio, como el cólera, el hantavirus y otras pestes similares, el tomarse la piel con el cierre parece resurgir entre generaciones, habiéndose mantenido latente por muchos años.Luego, que hay otro tipo de distracciones para nada infantiles que llevan a incrementar los riesgos. Curiosamente, podría hacerse un paralelismo entre los efectos de las alteraciones en la secuencia “abrir-sacar-usar-sacudir-guardar-cerrar”, aplicable a ambos casos.Lo cierto que una vez sufrido el percance por lo general se llega a una situación de status quo de la que el damnificado no quiere salir: sin duda cualquier ser pensante advierte que destrabar el adminículo afectado puede ser tanto o más doloroso que haberlo enganchado, ya que ni siquiera se cuenta con el beneficio de la sorpresa.Una vez producido el enganche, el accidentado toma una postura de semi-flexión abdominal, defensa natural para evitar que una postura excesivamente rígida haga que la tela del pantalón se tense y produzca un tirón involuntario sobre las partes nobles.Las personas que puedan rodear al afectado, por suponer un niño, no sabrán que hacer. Las mujeres pensarán –con cierta razón- que el niño está agonizando y temen acrecentar el dolor cuya esencia además ignoran. Los varones adultos quedarán paralizados sin poder evitar imaginar el dolor en cuerpo propio y más de uno se dará a la fuga pretendiendo ir a buscar gasas y un trago de whisky para la criatura. Por lo demás, el niño sufrirá un daño moral ampliamente superior al físico: una de las pocas cosas que puede llevar más allá de los límites tolerables la vergüenza y socavamiento sicológico que padece quien se ve sorprendido en el trance de abrocharse el pene con el cierre de su pantalón es solamente el caso de hacerlo en pantalón ajeno, sobre todo cuando su propietario lo lleva puesto.Una gran conclusión y una duda quedan muy en claro en todo esto.La conclusión: una distracción provoca no solamente accidentes de tránsito.La duda: ¿cómo puede existir una página llamada Pene Salud?

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