A mi que no me vengan con las huevadas esas del martes 13 y viernes de brujas y todas esas perogrulladas.
Todavía no plantaron el árbol del que saquen la rama con el cual prendan la hoguera para quemar a la bruja que se transforme en fantasma y venga a asustarme por las noches.
Yo me desayuno a los martes 13.
Y almuerzo gatos negros debajo una escalera (ja ja, si, si, muy gracioso lo de rosarino comegatos, ja, ja, boludo), arrojando la sal sobre el hombro y gritando Menem tres veces.
Además no hay cosa más entretenida que atender el comedor un martes 13.
La gente se cuida, se hace la distraida pero se cuida.
Y nosotros les hacemos la mil y una, hasta que se cansan y se van, gritándonos "¡manga de mufas!".
Les llevamos fuentes espejadas y se las rompemos en la mesa, llenamos el local de gatos negros, colocamos una escalera enmarcando la puerta de entrada cosa que no se pueda evadir el hueco, no nos tocamos ni el derecho ni el izquierdo en todo el día aunque nos piquen hasta el hartazgo y todas esas cosas.
La gente se va muy ofendida y nosotros nos quedamos tirados en el piso despanzurrados de la risa.
Los martes 13 trabajamos a pérdida, generalmente terminamos tirando toda la comida que hemos hecho y no alcanzamos a comer nosotros mismos.
Pero por Dios, como nos divertimos.
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