Un grupo de expertos ha publicado un artículo científico titulado "Si, somos expertos en canotaje, ¿y qué?", donde además de hacer notar que el hecho de que se la pasen todo el día arriba de un botecito no los hace peores ni unos nabos incapaces de descubrir algo importante en serio, sacan a la luz una teoría elucubrada por ellos mismos y que ha revolucionado los ámbitos académicos.
Esta tesis postula la idea de que el famoso "No te metás" no es otra cosa que el logro de una conspiración gubernamental que buscaba (y actualmente busca, y seguirá buscando) que la población no se entrometa en los chanchuyos del Estado.
El complot se basa en una idea simple: "¿para qué llegar hasta el fondo?".
Sicológicamente brillante, la campaña se viene centrando desde hace décadas en la forma que tienen los potes de yogures, postres y otros productos del rubro. Los fabricantes de estos envases han sido exhortados a diseñarlos de esta forma mediante beneficios y/o presiones varias, como ser eximisión de impuestos, subsidios provechosos o lisa y llanamente una buena serie de patadas en el culo.
¿Han notado que una vez que llegamos al fondo del envase, el mismo presenta siempre huequitos, hendiduras o rebordes que impiden que podamos retirar con la cuchara la última gota de alimento?
¿No les parece extraño que nadie haya notado nunca este error garrafal de diseño?
Esta imposibilidad de retirar lo último (que por otra parte hemos pagado y nos corresponde comerlo) es fomentada por el gobierno, en un claro mensaje que podría resumirse así: "¿para qué te gastás si es al pedo y sabés que no vas a lograr nada?".
Estadísticamente, comer el 98% del yogur contenido en un pote de 200grs. no lleva una persona más de 35 segundos. Intentar retirar del pote el 2% restante no se hace en menos de 4 minutos y medio, sin lograr nunca el objetivo y generando un malestar emocional intenso (incluso lesiones físicas por cortes a los que intenten sacar hasta la última gota con los dedos o la lengua).
La cantidad de personas que deben ser asistidas por profesionales de la salud mental por caer en el síndrome llamado "La última es la que engorda" ha crecido a niveles insospechados por las grandes campañas publicitarias tan de moda, que incentivan el consumo de estos productos.
Subliminalmente, en el inconciente colectivo de nuestro pueblo se han grabado en forma indeleble todas estas traumáticas experiencias dando cuerpo al "no te metás".
Vaya uno a saber que oscuros intereses internacionales se están encubriendo con este triste accionar delictivo.
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