martes, 23 de enero de 2007

¿Polenta un restó?

Toni, el cocinero de Polenta con Pajaritos, está tratando de convencernos de convertir nuestro familiar restaurante en un mucho más marketinero restobar.
Para eso, insiste sin pausa en poner en práctica sus recientes aprendidos conocimientos de barman.
Permanentemente lo encontramos mezclando cosas en vasos y jarras, cada vez que entramos a reclamarle algún plato que todavía no sale y él todavía perdiendo el tiempo en jugar con líquidos de colores. Joselo, el más permeable a su estilo experimental de cocina, ya no disimula en buscar excusas para entrar a la cocina y pegarse un trago en cada visita.
El comedor se está desmadrando.
Los clientes de confianza, Dios bendiga la paciencia que nos tienen, directamente van a la cocina a buscar sus propios platos, antes que algunos de los mozos pasados de copas les terminen decorando con ravioles o estofado los pantalones.
Cansado de tanto desorden, en un momento en que Toni estaba solo en la cocina, decidí hablar con él para que pusiera fin a todo esto.
Cuando entré ni me dejó hablar.
Me dijo que había descubierto un trago formidable, único en el mundo, un poco fuerte, pero espectacular, que podría ser la vedette de Polenta.
La verdad es que el anuncio me intrigó, demoré mi reproche y acepté probar el futuro famoso brebaje.
Me alcanzó un vaso petiso y me dio a probar.
Era, lisa y llanamente -y sin ningún aditivo- whisky. Solamente whisky.
-Che, Tony, vos perdoname, ¿no?, pero esto es whisky.
Tony me sonrió complacido.
-Claro. Es que primero, antes de probar el trago, te conviene ir tomando algo fuerte.
Después probé el trago.
Sé que no es la mejor forma de terminar este relato, pero no me queda más remedio que reconocer que me salieron chispas por el culo.
Me sacó de quicio.
¿Polenta un restó? Las pelotas.

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