jueves, 29 de marzo de 2007

Lo que mata es la humedad

Rosario, 29 de marzo de 2007, 8:45 horas.
La lluvia que cae desde hace tres días nos está haciendo salir branquias.
Malhumorado, hace unas horas, con la cabeza chorreando agua por culpa del paraguas roto, ingresé a las oficinas del SIDEAT (Sistema Integrado de Denuncias de Accidentes de Tránsito, dependiente de la Municipalidad).
Me dirijí a la Mesa de Entradas, desde donde me derivaron a otro escritorio para poder radicar una denuncia por un choque en la vía pública.
-¿Apellido y nombre? -me preguntó el empleado que oficia de escriba.
-Bug, The Bug.
-Ajá, bien. ¿Y qué fue lo que pasó?
-Bueno, es que yo venía por Dorrego y unos metros antes de llegar a Tucumán se me cruzó un tipo y nos chocamos. Bah -aclaré-, me chocó el a mí.
El empleado rió para si mismo como diciendo "seeee, es lo que dicen todos", antes de hacer la siguiente pregunta:
-¿Y qué fueron?, ¿dos autos?, ¿auto y moto?
-No, fueron dos paraguas.
El empleado enarcó las cejas y me miró perplejo.
-¿Cómo que dos paraguas?
-Y si, es que con esta lluvia uno se mete bajo el paraguas, se mira como se le van mojando los zapatos y por ahí te cruzás con otro y ¡zas! te chocás. Bah, él, porque yo iba bien derechito mirando para adelante.
-Pero... ¿iban por la vereda?
-Si, si, claro. Bueno, él venía medio como sigzagueando. Anote eso, sí, él venía sigzagueando. No digo que estuviera borracho, pero bueno, no se.
-Y bien bien, ¿cómo fue?. A ver, dibújemelo acá en este planito.
-Bueno. Yo venía dirección norte a sur, ¿despacito, eh?, velocidad normal, no vaya a creer que yo soy uno de esos locos que van a toda pata.
"Ajá", murmuró el escribiente mientras me miraba por encima de los bifocales.
-Bueno, yo venía por Dorrego, y él también, pero pegado a las paredes y en sentido contrario, o sea por su izquierda, que es mi mano.
-¿Entonces usted venía por su mano?
"Pfffffff", dije.
-¡Por supuesto!, él se me cruzó, ¿entiende?. Yo venía por mi carril. Además, anote esto, venía fuertísimo. Yo no sé que manía que tienen estos inconcientes de correr como locos. Encima bajo esta puta lluvia... perdón, lo de "puta" no lo escriba, por favor... le decía, encima bajo esta lluvia que no te deja frenar.
Puse mis pies sobre el escritorio y le mostré las suelas.
-Mire que suelas, oficial -el tipo no era ni siquiera oficial tornero, pero se me dio por llamarlo así, a ver si me daba más crédito- ¡qué suelas!, pura goma. Toque, toque. No como el otro, que venía en chancletas. ¡Ja! A los apurones con chancletas. Ahí están las consecuencias.
El empleado me seguía mirando como para tratar de sonsacarme verdad o mentira.
-Así que la culpa fue de él, ¿no?. ¿Y hubo heridos?
-No, por suerte no, agente. Diga usted que, luego del topetazo entre los paraguas, cada uno pudo más o menos maniobrar el suyo porque así de cerca estuvimos de sacarle un ojo a una señora que venía de hacer los mandados. Bueno, yo sí pude, pero él se fue contra una casa. Incrustó su paraguas contra la reja de una ventana. ¡Se fue contra la pared con paraguas y todo!, ¿usted puede creerlo?.
-Y daños: ¿que daños hubo?.
Le mostré el paraguas.
-Fíjese como me lo dejó. Le hizo un corte acá y acá. Y el fierrito este no estaba así doblado. Me lo dejó a la miseria. Mire como estoy todo mojado.
-¿Y el de él?
-¿El de él? ¡El señor me atropelló y luego se dio a la fuga! Así estamos. Pero no vi mucho. Un pedazo de la tela le quedó enganchada a la reja, así que ahí tuvo parte de su merecido. Por lo demás no sé.
-¿Qué paraguas era?, ¿tiene algún número?
-Y... era uno azul... ¡azul marino!. Plegable, mango curvo, no alcancé a verle la marca.
-¿Y el suyo?
-El mío es un Pierre Cardin modelo 2006. Nuevito lo tengo. Bah, lo tenía. El número es... a ver... ¿es este que está acá debajo del código de barras?, ¿si?, bueno, es 7794589657153.
El empleado tomó todos los datos.
-Bueno, -me dijo- vaya por ese pasillo que van a tomarle las fotos para verificar los daños. Pero si no tiene los datos del otro paraguas poco vamos a poder hacer.
-¿El seguro me reconocerá algo?
El "agente" se encogió de hombros.
-¿Y qué poliza tiene? -preguntó.
-Tengo seguro contra lluvia, pero no cubre granizo.
-¿Destrucción total o parcial?
-Ambas, excepto en caso de tornado.
-Bueno mire, -me dijo para ir cerrando la cosa- presente estos papeles en el seguro. Vea que puede hacer, nosotros llegamos hasta acá.
-¿Y me darán bola?
-No creo, -se sinceró- generalmente nunca reconocen nada.
Me levanté y me fui.
Al salir pisé una caca de perro. Sobre llovido, mojado.

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