martes, 10 de junio de 2008

El saber no ocupa lugar, pero llena bastante.

La señora se sentó en la primer mesa, junto a la vidriera.
Cuando me acerqué y le pregunté qué quería que le sirviera me respondió simplemente "un vaso de agua, querido".
Me fui mascullando que con estas viejas siempre pasa lo mismo, te ocupan la mesa y no te gastan en un sánguche aunque se lo pidas por favor mientras le pegás culatazos en la cabeza.
Cuando volví con el vaso, la mujer había desplegado un arsenal de comida que presumí había sacado de la cartera.
Azorado, me acerqué a la mesa sin saber si echarla o largarme a reir.
Había puesto sobre el mantes dos canapes de atún, una masita de hojaldre con alguna crema y decorada con una aceituna negra, cuatro o cinco sanguchitos de miga de jamón y queso, algunos daditos de queso gruyere, tres bombitas de crema, tres empanaditas de copetín, dos medialunitas rellenas con jamón y queso, seis albondiguitas, dos masitas bañadas en chocolate blanco y unas seis o siete masas finas con cereza arriba.
-Señora, -intenté explicarle amablemente- me compromete. No puede venir al restorán y traer su propia comida.
Me miró con ternura de abuela.
-Pero no, hijo, si no es comida mía. Bueno, bah, ahora sí. Pero no te preocupes que igual te dejo la propina- respondió mientras me guiñaba un ojo.
Entonces, ante mi expresión confundida, me explicó el porqué de esa comida.
-¿Sabés lo que pasa? Yo formo parte de un grupo de personas que nos fuimos conociendo en distintas exposiciones, conferencias e inauguraciones.
"Al principio nos éramos indiferentes, pero con el tiempo fuimos coincidiendo en distintos eventos. Nos fuimos aprendiendo las caras.
"Entonces nos dimos cuenta que no era casualidad que viéramos los mismos rostros tanto en una conferencia sobre epistemología, como en la presentación del nuevo disco de un grupo de cumbia colombiana o la inauguración de una muestra de arte pictórico.
"Y veíamos en los rostros de los demás que a su vez ya nuestro propio rostro resultaba conocido, familiar, cercano.
"Y nos preguntamos, ¿por qué íbamos tanta gente, en principio sin mayores intereses comunes, a los mismos lugares, a los mismos eventos?.
"La respuesta era sencilla: por la comida y los cáterin que se hacen en ellos. Reconocerlo en principio nos dio vergüenza, pero luego aceptamos la situación y fuimos entrando en confianza.
"Empezamos a saludarnos, nos fuimos conociendo, presentando, contando nuestras vidas y, ésto es lo más importante, pasándonos los datos de nuevas presentaciones, ágapes, inauguraciones, disertaciones y otros eventos en los que se puede morfar gratis.
"Ahora somos un grupo más o menos organizado, de entre cuarenta y sesenta personas, que compartimos una agenda variopinta sobre los lugares donde se puede comer de arriba. Algo así como un Solos y Solas, pero del estómago.
"A veces se complica, porque nos toca ir a dos o tres eventos distintos en una misma tarde en distintos puntos de la ciudad, pero bueno, con una sola cosa a veces no te llenás.
"O se nos hace un revuelto metabólico el comer un día a las cinco de la tarde, otro a las once de la noche, pasar el día siguiente sin comer y a lo mejor al otro comer seis veces.
"Ahora hasta incluso, para presentaciones donde no van ni los parientes, son los mismos organizadores los que nos invitan, para hacer número. Pero ellos ya saben, por comida baila el mono. Lo único que decidimos no hacer es ir a actos políticos, por más que te tiente el chori y la coca. Cuestión de principios.
"Yo, por ejemplo, hace seis años que no gasto nada en comida. Tengo mi agenda bien organizada y si no puedo concurrir a un evento tengo gente que me cubre, que va a comer por mí y luego me trae algo, no sé, una empanadita, una galletita con caviar, algo, y con eso voy tirando.
"Con el ahorro en alimentos, me compré una casa en Villa Gesell, un lugar muy lindo donde se come bien y barato en los meses de verano.
"Cuando dicen que del arte no se puede vivir me provocan risa. De la cultura y el arte no sólo se puede vivir, sino incluso comer postre y cafecito. El secreto radica en no ser el artista.
"Y tomá, hijo, tomá. Este canapé con alcaparras te lo dejo para vos, y guardate el cambio".
La señora me dejó helado. Jamás imaginé esta situación.
Y pensar que para poder comer todas las noches me deslomo doce horas en el restorán.
Pero por lo menos el resto de la semana no va a ser tan así: mañana tengo una conferencia sobre la explosión de la industria del calzado en el mercosur, pasado la presentación de un libro sobre arte helénico, más tarde el lanzamiento de una nueva línea de perfumes, el viernes la reinauguración del ala norte del hospital provincial y según me han dicho, el sábado hay probabilidades de una avant premier con pochoclo gratis en el cine del shopping.

13 comentarios:

Paula dijo...

Al mismo tiempo van haciendo turismo gastronómico eventero.
Caramba, qué gente iluminada...

The Bug dijo...

Eso no es nada, Bater.
Lo mejor es que esquivan la pésima costumbre de ver TV mientras comen.

Ajenjo dijo...

Si habré ido al Palais de glas a pegar un fernecito gratarola...

slds
A

The Bug dijo...

y qué es el Palais de glas?
Acá en Rosario sólo hay pulperías con almanaques en las paredes.

petisuí dijo...

Palais de Glas del 920
no existes más con tu codial ambiente,
allí pasé mis años de estudiante,
allí bailé con los Muchacho de Antes.

Noches de Palais de Glas,
ilusión de llevar el compás,
tu recuerdo es emoción y al mirar que ya no estás
se me estruja el corazón.

Música que llega del ayer
y nos hace lagrimear.

The Bug dijo...

Gracias Petisuí!!!!
Me ahorraste el gugléo.

La Mar en Coche dijo...

Que grositud la de Petisui.

Cuando era mas joven de lo joven que soy hora y no tenia ni para comer me pasaba los mediodias paseando por el Carrefour que esta enfrente de la cancha de Velez... entre las 13 y las 15 me morfaba como 6 degustaciones y tiraba hasta la noche que le caia a comer a alguien, epocas de malaria feliz!

ahora me limito a llegar temprano cuando voy a ver alguna obra de teatro al Paseo La Plaza... te sirven Fernecito, delclasico y del de Menta, si pauras el trago te podes clavar hasta 3...
Saludos.-
e.-

Jorge Mux dijo...

Muy bueno, me gusta mucho esta idea.

"El secreto radica en no ser el artista"

Aplausos.

Gally dijo...

Me imagino tu cara... a mi me hubiera pasado lo mismo... pero de una me tiraba al piso descuartizado de risa.

Ahora, tenés que tener una casa en Villa Gesel e ir a comer gratis a cualquier presentación...

Argentina, un país generoso.

Apalabrada dijo...

Conozco a alguien que hace años hacía "turismo gastronómico gratarola", incluso iba a los supermercados.
Ahora "quiero creer" que ya no va.:)
Besos

gabrielaa. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

la verdad aca en chile donde me toca vivir a mi, la gastronomia gratuita se da poco y es bastante escueta, por decir que en los actos oficiales todos te miran diez veces si es que te acercas a los canapes, las personas que dan muestras gratis en los supermercados tienen poco menos que rogarles a los clientes que acepten porque aca comida gratis equivale a dolor estomacal, lo que hago yo, es hacer turismo gastronomico por las casas de los conocidos, que nunca esta de mas dejarse caer hacerse el simpatico y comer como un rey, ahora que recuerdo tengo varios amigos en argentina que no veo hace un buen tiempo, ya se me antojaban unas pastas y algo de carne.

The Bug dijo...

La Mar en Coche, la vida es así.
Uno se va desactualizando.

Es así, Jorge.
Y duele bastante.
Claro, si uno es el artista.

Gally: yo pensaba desternillarme de la risa, no descuartizarme.
Y si me tiro al piso descuartizado, prefiero no verme la cara, porque soy autoimpresionable.

Apa, no crea, hay hábitos que nunca cambian.

Juaking: el mejor tour gastronómico suele ser el de las casa de abuelos. Doy fe.

Gab: gracias por lo que decía antes de la suprimir su comentario.
Un beso.