jueves, 12 de febrero de 2009

Diario de viaje. Cuarto día: 4 de febrero

Nos estamos acostumbrando a este aire enrarecido.
Sin embargo, Patu a cada rato se pone en cuclillas y empieza a toser guturalmente, diciendo algo así como “¡Smog, smog!”.
Mi esposa dice que le recuerda a la tos de Gollum, así que le empezamos a decir Smog en vez de Patu, y le subimos preventivamente la dosis de aspiraciones de monóxido de carbono a cuatro minutos cinco veces al día.
Aquí tampoco tenemos la pegajosa humedad que tenemos en Rosario, pero eso lo subsanamos empapando convenientemente cada dos horas las paredes y los pisos con agua tibia.
La situación parece intolerable, pero por lo menos no hay mosquitos. No se si es idea mía pero parece que los tábanos los están matando.
Sigo preocupado.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobre Patu, la abstinencia la afectó! La próxima vez, asegúrese de llegar para la temporada de incendios para que la pobre niña sufra un poco menos. Dónde llevó el smog dosificable, en un inhalador de Ventolín?
Genial idea la de empapar las paredes. Cuando extrañe Buenos Aires voy a probar el método pero en mayo y con agua fría.

The Bug dijo...

Ya lo dije antes, amiga, todo se reduce a la aspiración del caño de escape del auto.
Además del monóxido, se obtienen otros compuestos necesarios para mantener una ciudadana negrura de los pulmones.

Gurisa dijo...

No, The Bug. No son los tábanos. Bill Gates pasó un rato antes y se los llevó a una conferencia

The Bug dijo...

Ja!, Gurisa, no conocía esa acción de Bill Gates.
¡Así que anduvo de campaña para concientizar sobre el uso de un "antivirus"?

Gurisa dijo...

Ironías de la vida, vió?