lunes, 17 de noviembre de 2008

Algo que le pasó a otra persona que no soy yo, por supuesto que no soy yo, ¿queda claro, no?

Ayer le pasó algo estúpido a una persona conocida de un amigo del que le vende el diario los domingos a la chica que prepara milanesas en la carnicería donde compra huesos para el perro el asistente del peluquero que le arregla el cabello al tipo que los sábados le corta el pasto a la vecina del dueño del taller donde llevo a arreglar el auto.
O sea, no me pasó a mi, ¡cómo iba a pasarme a mi, si les digo le pasó a otra persona!
Ayer volvía -la otra persona- de jugar un partido de paddle con mi hermano -que casualmente conoce al individuo en cuestión, vaya a saber uno por qué no dije directamente "un conocido de mi hermano" en vez de explicarles por el camino largo las vueltas que da la vida y el mundo es un pañuelo y etcétera etcétera- la cuestión que el individuo volvía de jugar el partido y se tenía que tomar un colectivo
Tenía en su billetera una legión de monedas de 10 y 5 centavos que se le fueron acumulando porque ¿en qué gasta uno monedas de 5 centavos? y además un billete de 10 pesos.
El problema es que el colectivo sale 1,75 pesos y sólo acepta monedas o cospeles que en ese barrio son imposibles de conseguir.
Es vox populi que si uno pretende completar el importe del boleto con monedas de 10 y 5, antes de terminar seguro que se dislocan hombro, codo y muñeca de tanto probar que la máquina te tome las monedas porque los monederos de los colectivos te las rechazan, como que les da diarrea de cambio chico.
Entonces, la persona que nos ocupa pensó: "necesito conseguir 1 con 75 con monedas grandes". Pongamos: una de 1 peso, una de 50 centavos y otra de 25 o alguna combinación asó. Aunque sea, 7 monedas de 25 centavos venían bárbaro.
Pensó un poco más: "tengo sed, me compro una gaseosa en un kiosco y cambio algo, de última después entro en otro lado y compro otra cosa porque también tengo hambre".
Entró a un salón de ventas y vio una Coca Cola grande que salía 4,25, que no se la iba a terminar pero lo que le sobraba se lo llevaba en el bolso.
"¡Fantastico!", pensó, "pago con 10 pesos y me dan de vuelto como mínimo 75 centavos en monedas. Problema solucionado, a lo sumo después consigo un pesito más y listo".
Pagó con 10 pesos y el vendedor dijo: "¿no tenés los 25 centavos?".
El pibe dijo: "buenísimo, le doy los 25 centavos en monedas chicas y me saco algunas de todas estas que no las puedo usar en el colectivo y me terminan rompiendo los bolsillos".
Después de entregar los 25 centavos se dio cuenta del error: el vendedor le agradeció mucho mucho mucho y le dio de vuelto 3 billetes de 2 pesos.
El amigo de... hasta llegar al mecánico, salió puteándose por lo bajo, diciéndose que era un boludo (menos mal que se trataba de otra persona que sino yo estaría coloradísimo de la vergüenza).
Dijo: "la próxima no me joden, ya van a ver".
Entró a otro kiosco, unas cuadras después y vio un alfajor de 1,60.
Entonces calculó: "le doy 2 pesos y una moneda de 10 centavos, que seguro le sirve al kioskero, y me tiene que dar 50 ventavos de vuelto. Por lo menos me arrimo un poco". Ah, el alfajor era un Fantoche blanco triple, que estaba un poco húmedo, según me contaron.
El kioskero dijo: "Fantástico, dame los 10 centavos que me vienen bárbaro... eh... no, no, mejor tomá, no tengo monedas de 50." y le devolvió al cusifai su moneda de 10 centavos más cuatro idénticas de vuelto.
Conclusión: el anécdotario (es decir, el otario de la anécdota) salió del segundo kiosco comido y bebido, con más monedas chiquitas que las que tenía antes de empezar y en vez del billete de 10 pesos le quedaban dos de 2 pesos. Una ganga.
Cambiar esos dos billetes por monedas grandes y completar los 1,75 indispensables era poco menos que una tarea imposible.
Además, no es de hombres entrar a un kiosco, negocio o mercería a llorar e implorar que te den por favor cambio sin comprar nada a cambio, porque sabemos que los comerciantes te entregan a la vieja, a la novia y a la hermana pero jamás cambio en monedas.
Por suerte a este conocido de mis conocidos le quedaba su celular.
Llamó a su esposa.
Luego de exponer extraños argumentos, explicaciones y metáforas le dijo: "che, ¿no me pasarías a buscar con el auto?".

15 comentarios:

MariaCe dijo...

Digale al amigo de... hasta llegar al mecánico, que eleve su autoestima con este hermoso pensamiento que me vino: lo importante no son las monedas, es la esposa macanuda que se consiguió. Y el auto, claro.

Beso!

Ajenjo dijo...

Claro y yo que no tengo esposa (por suerte) ni novia con auto, me vuelvo a pata ¿no?

slds
A

The Bug dijo...

Bueno, pero... ¿acaso alguien dijo que la esposa fue a buscarlo?
Por ahí al tipo lo cagaron puteando por teléfono y se tuvo que volver caminando, tomando gaseosa y chupando las miguitas de glase del envase del alfajor.

Cuando lo vea le digo, María "C".
Bah, le mando a decir.
Pero me juego a que en ese momento le importaban más las monedas.

Ajenjo, estaría de acuerdo con usted, excepto en lo de "(por suerte)".
Validar ese tipo de opiniones provoca cefaleas y protuberancias craneales.

The Bug dijo...

Bueno, me confirman que sí lo fueron a buscar.
Y además me aclaran que la esposa era casa casi casi casi tan buena como la mía.

Anónimo dijo...

Para el próximo partido, el conocido de su hermano (y del amigo de... hasta el mecánico) va a tener que preparar el bolso, la paleta, la pelotita y las tres monedas indispensables para volver.
Las esposas buenas también tienen malos días. ¿Para qué arriesgarse?

The Bug dijo...

No, piyama, la próxima que se vuelva en taxi.

Jorge Mux dijo...

Bug, aunque esto le hubiese pasado a usted, no sería una deshonra.

Hace poco un colectivero no dejó subir a mi mujer porque tenía un billete de dos pesos y no había conseguido cambio a pesar de caminar cinco cuadras. Téngase en cuenta que mi mujer tiene nueve meses y medio d embarazo.
Por eso usted dijo una verdad irrefutable: los quiosqueros prefieren entregar a su hermana y a a su madre (agrego: y prefieren que una mujer tenga a su hijo en medio de la calle) antes que entregar unas moneditas. Los colectiveros... Bueno, ¿qué se puede decir de los colectiveros que no sean cosas horribles?

(Nota: no, mi mujer no estaba a punto de dar a luz cuando ocurrió este suceso. ¿Qué clase de desalmado esposo sería yo, si la dejara sola, en medio de la calle, con un billete de dos pesos, en una circunstancia así? Yo haría lo imposible por conseguirle las monedas, claro)

The Bug dijo...

Mux, ¿ya nueve meses y medio?
Dígale a su esposa que se apure con el trámite, a ver si tiene que hacerle a su hija el primer cumpleaños intrauterino.
Y de los colectiveros sólo pueden decirse cosas feas, es cierto.
Y como no me gusta generalizar, tengo que aclarar que algunos choferes en cambio se merecen que se digan de ellos cosas espantosas.

ale dijo...

Don Bug, lamento romper con una historia tan irrisoria, pero no puedo conmigo mismo: por favor, cuando lo vea, dígale al caballero que si en cualquier comercio (y por las mismas razones que usted tan acertadamente expuso sobre la voluntad de entregar seres femeninos cercanos antes que monedas por parte de los comerciantes) entraba y ofrecía monedas pequeñas a cambio de monedas grandes, difícilmente hubiese conseguido un "no" por respuesta, y la vuelta hubiese sido bastante más llevadera, tomando y comiendo en el asiento del colectivo correspondiente. Larga vida a las monedas.

Gurisa dijo...

Adhiero al comentario de Ale. Si el cambio es moneda por monedas, no creo que hagan dramas. Más si viene con monedas de 5 centavos; se ven tan pocas que ya casi son un mito urbano.

The Bug dijo...

Ale / Gurisa : yo pensé lo mismo.
Sin embargo no se por qué no siempre funciona.
Yo mismo lo he probado en ocasiones, mi colectivo también acepta sólo monedas o inconseguibles cospeles, y no me quieren cambiar las monedas chicas por las grandes.
Tendría que probar de cambiar por ejemplo 6 monedas de 10 ctvs por una de 50, a ver que pasa, incluyendo una pequeña suma en concepto de comisiones por intermediación.
De cualquier forma, creo no errarle al suponer que el muchacho no tenía suficiente cantidad de monedas chicas tampoco.

Jorge Mux dijo...

En Bahía Blanca los choferes, los kioskeros, los almaceneros, en fin: los comerciantes están desesperados por las monedas de un peso, de cincuenta y de veinticinco. A esas no las largan ni a palos. Por el contrario, les suelen sobrar monedas de diez y de cinco.

The Bug dijo...

En Rosario hay gente que está desempolvando las de 1 centavo con tal de causar molestias.

gabrielaa. dijo...

hablando de causar molestias...
en YCEM me salió una socia! y lo explica con más tecnicismo! ea!


Por otro lado, en el punto 15) cuando decís "SINO se crea mucha expectativa" ponés "sino" como conjunción adversativa cuando en realidad deberías haber puesto "si no" (separado) como locución conjuntiva. Ya te lo mencioné en otro post.

¿yo hablo Y/O pasa un carro? (como te guste, ahora estamos con otro temita de sintaxis y podés contestarme con el 53), todo bien, no me gusta pelear :)

Publicado por: angelina | Noviembre 20, 2008 4:08 PM

The Bug dijo...

Gabrielaa, la prefiero a usted.
Con un lenguaje tan técnico y apropiado, a Angelina no le entiendo tanto.
Prefiero cuando me lo dicen claramente: "¡que te dije que ahí va el 'sino', pedazo de bruto!"