sábado, 24 de noviembre de 2007

La conspiración de los Sueyros

Hoy conocí a Ismael Prioti, tal vez el último integrante de la no muy difundida secta Adoradores de Víctor Sueyro.
Ismael, quien hoy vive en el anonimato y la clandestinidad, vino a comerse unos canelones y clavarse un tinto a nuestro restaurante, al cual gusta concurrir debido al escaso público que ocupa las mesas (que hoy se reduce a él y un borracho que está desde anoche y no pudimos despertar).
Hace unos meses la secta estaba formada por un nutrido grupo humano que auguraban al hombre nuevo que regresaba del túnel, que no se iba sin volver y no consumía sin pagar.
Creían firmemente en las enseñanzas del sublime -tal como llamaban a Sueyro- y cada vez que él regresaba del más allá se confirmaba aún más la teoría de que el hombre no muere sino porque no pone el suficiente empeño en vivir.
Ismael me contó que para demostrarse a si mismos esta filosofía los seguidores de la secta han empleado distintos métodos empíricos para comprobarla.
Las personas que entre ellos han demostrado y esgrimido una férrea voluntad de vida, voluntariamente y sin ningún tipo de temor, han procedido a pegarse un tiro en la cabeza, arrojarse a las vías del tren, alimentarse solamente de lo que una magro presupuesto de jubilado ferroviario le permitió comprar o bien haciendo todas estas cosas a la vez (con la complejidad que implica pegarse un tiro mientras se está en el aire y por caer sobre las vías con un sánguche de cartón a medio masticar).
Una vez que la persona se daba oficialmente por muerta, la secta a pleno se reunía en un concilio a esperar que el suicidado volviese a la vida y se presentara ante ellos.
Lamentablemente, o bien estas personas no tenían todo el apego a la vida con el que se vanagloriaban o bien alguien había olvidado pasarles la dirección donde el concilio se llevaba a cabo.
La cuestión es que nunca nadie logró volver de la muerte como lo hace el sublime cuando se le antoja.
Ismael se lamenta porque empieza a mermar la cantidad de adeptos al grupo, no tanto por la descreencia de sus verdades sino más bien por la cantidad de muertos que hay entre sus filas y las molestias que les ocasiona la policía con sus investigaciones ante la ola de suicidios que los rodea.
Así y todo, cuando ya no eran más que un despojo de secta con apenas cinco miembros, tuvieron su momento de revelación: Víctor Sueyro en persona los visitó para agradecerles el apoyo incondicional y la devoción con que lo honraban.
Al momento de retirarse Sueyro, ya en su auto, ocurrió lo imprevisto: un camión cisterna con combustible que venía a toda velocidad por la calle perdió el control y lo embistió.
Arrastró al auto dando tumbos por unas quince o veinte cuadras antes de prenderse fuego y explotar, despidiendo en la onda expansiva y parabólicamente al auto de Sueyro hecho una bola de fuego hasta el puerto, que se encuentra a otras quince cuadras de distancia, sobrepasando el muelle y cayendo al agua. Luego de hacer tres o cuatro sapitos, el fuego se apagó y el auto se hundió en las oscuras y barrosas aguas del Paraná.
Los integrantes de la secta lograron con mucho esfuerzo recuperar el cuerpo inerte de su mártir gracias a que uno de ellos había sido buzo táctico en una agrupación cristiana Scout.
Lo llevaron a un lugar seguro, para esperar el momento en que Sueyro despertara y volviera a la vida, con un seguro acceso de cefalea.
Pero lo que pasó los sorprendió: en ese momento alguien encendió el televisor y en un canal de noticias estaba Víctor Sueyro, contando el accidente y perjurando, una vez más, haber vuelto del túnel de la muerte.
Ismael y sus compañeros no podían creerlo: si Víctor Sueyro estaba en la televisión, ¿cómo podían ellos tener el cuerpo allí?
Ahí comprendieron la terrible verdad: no hay un solo Sueyro, ni dos ni tres. Cuál un ejército de Droopys, había un sinfín de Víctor Sueyros dando vueltas por ahí.
Sueyro los había engañado: cada vez que uno se iba, un clon lo reemplazaba sin más, tomando su lugar.
Qué oscuras razones hay para mantener esto bajo el más críptico de los secretos Ismael lo desconoce, pero lo cierto es que al menos una docena de Víctor Sueyros tomaron por asalto la casa donde alojaban el cadáver para recuperarlo y limpiar todo vestigio o prueba que los delatara.
Los seguidores de la secta fueron diezmados, a excepción de Ismael que justo en ese momento se había metido atrás de una cortina para lijar un descascarado en la pintura de la pared.
Al irse el escuadrón de Sueyros quedó un panorama desolador: todos sus amigos habían sido asesinados.
En ese último instante, Ismael comprendió la verdad: ¿para qué los Víctor Sueyros iban a asesinar a nadie si era cierto que iban a volver de la muerte y los iban a delatar y acusar?
La respuesta se hizo evidente: nadie vuelve de la muerte y cuando un Sueyro se va otro ocupa su lugar.
Ismael Prioti jamás regresó a los lugares que frecuentaba y nunca más pudo volver a su vida normal.
En algún momento, se darán las condiciones propicias para contraatacar y contar su verdad al mundo.
Por ahora, sólo se dedica a esperar y comer en lugares desolados y de mala muerte.
Mientras me contaba esta historia, Ismael no dejó un solo instante de mirar de reojo hacia los costados, temeroso de que uno de los tantísimos Víctor Sueyros que están tras sus pasos lo descubra y lo obligue a caminar, inexorable y fatídicamente, hasta el final del túnel.

4 comentarios:

Jorge Mux dijo...

Esto lo explica todo, finalmente.

Pero siento una enorme desazón. Toda la perorata metafísica del sr. Sueyro en realidad es un plan maléfico de múltiple clonación.

No sé si alegrarme por los avances de la genética o deprimirme por la imposibilidad de regresar del túnel luminoso.

Aldana dijo...

Espero Don Bug, que haya tomado la precaución de cambiar el nombre real de su personaje, de lo contrario la mafia clonada (o producto de la cirujía estética) lo hallará antes de que digiera los canelones.

The Bug dijo...

Aldana: Upsss!

M Carolina Lago dijo...

Y que me cuentan ahora que don Sueyro, finalmente después de luchar muchos meses contra las dolencias físicas, ha pasado al plano metafísico y se encuentra rondando por ahí en espíritu?