lunes, 30 de marzo de 2009

¡Inyección de colágeno a la autoestima masculina!

Este fin de semana no fue lo que se dice algo digno de recordar.
Mis picos de actividad física los fines de semana suelen darse básicamente en los puntos de mayor apertura bucal durante los bostezos, pero sin embargo ha ocurrido esta vez algo que ahora -retrospectivamente- me parece digno de mención.
En estos tiempos donde cuesta acomodarse a los cánones de la sociedad y difícilmente se logre sentirse cómodo con cómo uno encaja en el entorno, he dado un pequeño paso.
Ciertas acciones actuán como enzimas que liberan esa sustancia llamada machinixol que hace que uno vuelva por instantes a sentirse a salvo de todo esta ola de metrosexuales, post-metrosexuales y post-post-metrosexuales.
¿Qué cosas hice que me devolvieron esa sensación de masculinidad perdida?
A saber:
  • Tuve que cambiar una rueda del auto, previamente destrozada contra un filo en el pavimento. Esto con el condimento adicional de ser una rueda delantera (son más importantes que las traseras, lo sabe todo el mundo), hacerlo en la tierra al costado de la ruta y de noche. Si, está bien, colaboró un poco mi esposa, pero eso no cuenta, porque me pateó varias veces mientras me ayudaba y casi no lloré.
  • Cambié la tabla del inodoro que estaba rota desde... creo que desde siempre. Esto no sólo lo hice yo, sino que hasta se me ocurrió a mí hacerlo. Es más, hasta quedó mejor que antes.
  • Comí comida mexicana y pedí la salsa picante ("no, esa no, la picante, la picante en serio"). Las chicas del mostrador me miraron con cara de extrema unción, pero me fui a la mesa en pose de "yo caliento mi sopa en un volcán en erupción, ¿y qué?". Ahora estoy pagando las consecuencias, pero ya es lunes y no cuenta.
  • Miré una entrevista al Roña Castro y ví un pedazo de una carrera de autos. Supongo que eso cuenta un poco.
Bueno, creo que eso fue toooodo lo que hice el fin de semana, así que podría decirse que ocupé el 100% del tiempo en cosas de neto corte masculino.
Así que ya puedo irme a dormir tranquilo.
Es hora de sacarme los ruleros, aplicarme la máscara de pepino e irme a la cama que mañana se viene un día duro.

lunes, 23 de marzo de 2009

Todo lo que sube baja

Hace unos días les contaba que fácil me había encaramado a un peldaño apenas por debajo del de "deidad terrena" gracias a la fortuita aparición de una estrella fugaz.
Sin embargo, el universo trata siempre de equilibrar las cosas y -más tarde o más temprano- lo logra.
¿Qué quiero decir con ésto?
Que tuve que bajar todos y cada uno de los escalones para volver a posicionarme en el nivel "inquilino del infierno".
Resulta que mi esposa me compró una taza personal, de esas que dicen cosas bonitas y chuchis.
Como me la entregó cariñosamente a la noche, en la cama, cuando yo ya estaba durmiendo, mi agradecimiento fue algo así como "hum...que, que lindo... si, si, ajum, muy lindo..." y proseguí con la acostumbrada sucesión de ronquidos.
A la mañana, temprano, me levanté, vi la taza sobre la mesita de luz, me pregunté "¿qué es est...?, uh, cierto, la taza" y decidí que tomaría en ella mi desayuno.
Cuando estaba terminando una buena cantidad de café bien caliente, mi esposa se levantó.
Me vio con la taza y me dijo "ah, estás usando la taza, ayer no me diste bola".
"¡Cómo que no!", me hice el indignado.
"¿Ya viste lo que dice?", preguntó señalando el lado de la taza que estaba oculto a mi vista.
Cómo soy zurdo -si hay algún zurdo leyendo va a entender a lo que me refiero- suelo pasar por alto las inscripciones en las tazas, ya que suelen estar impresas para que queden a la vista de los usuarios diestros.
Miré y la taza decía "Te quiero mucho" adentro de un corazón.
"Pero claro que no", me hice el inocente, "ya lo había visto anoche".
Esa aclaración innecesaria fue lo que abrió las puertas del averno: la inscripción estaba escrita con una pintura especial que la hacía visible sólo cuando entra en contacto con algo caliente, o sea que fue visible sólo a la mañana desde que me había servido café, no antes.

viernes, 20 de marzo de 2009

Sobre que éramos pocos, parió la abuela

Llegaron para quedarse.
Al principio iban y venían, informalmente; hoy ya es oficial.
Quiero darles la bienvenida a un dúo que va a acompañarme a lo largo de los años.
Yo pensaba que a mi edad pocas son las cosas pueden sorprenderte y cambiarte los parámetros de como vivir la vida: tal vez un sobrino, el retorno inesperado de un amigo, la pérdida de un ser querido, la llegada de un hijo y muy pocas cosas más.
Pero me equivoqué.
El arribo de estos dos -que se las traen- fue un verdadero cimbronazo, una verdadera sacudida.
Como van a estar a mi lado mucho pero mucho tiempo, más vale empezar esta relación con el pie derecho.
Por eso, quiero recibirlos con todo el amor del mundo para que no queden dudas de que mi intención es llegar a comprenderlos, así como deseo fervientemente que ellos me toleren, me aprecien y no caigan en la tentación de poner palos en mis ruedas.

El resultado del análisis fue lapidario.

Colesterol y Triglicéridos, ¡bienvenidos a mi vida!

jueves, 19 de marzo de 2009

Arcnéndonta

Me acabo de acordad de una amnérdota que me ocurrió en mis vacaciones.
Resulta que estaba una medianoche en la terraza balcón de la cabaña, mirando el cielo estrellado que se extendía por sobre los cerros, dándole un marco impresionante al valle.
Como estaba en un lugar agreste, contaminado por apenas un puñadito de luces artificiales de otras viviendas lejanas, la vista era increible. Verdaderamente -para mi que estoy acostumbrado a ver sólo las estrellas más fuertes que resisten los encandilamientos urbanos- se sentía que uno estaba a un paso del espacio infinito.
Deseoso de compartir esa belleza, pegué un grito llamando a mi esposa e hija, para que pudieran apreciar la maravilla de ese cielo.
Se pararon a mi lado y me preguntaron qué pasaba.
-Miren, fíjense que lindo- les dije apuntando al cielo con un dedo.
Al instante, incluso antes de dejar de apuntar, pasó una estrella fugaz, que recorrió una buena porción del cielo antes de apagarse, tan nítida como hermosa.
Tras una fracción de segundo, reaccioné instintivamente sin perder la sorpresa y bajé el dedo:
-¿La vieron? Bueno, eso, nada. Las llamé porque quería mostrarles la estrella fugaz que estaba por pasar.
Si no las impresiono con eso, no las impresiono con nada.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Un salvavidas pal Juano


Llamado a la sodilaridás.
El amigazo Juano, nuestro Gual Disneit criollo, necesita una mano.
Mas que una mano, necesita brazo, pierna, fémur, colon y tres cuartos de hígado.
Y quien dice tres cuartos, dice tres cuartos, baño privado, cocina comedor, altillo, terraza y patio con palmera.
Si usted puede ayudar, ayude.
Hace más de un año pregonábamos que por solidaridad corporativa, todos debían sumarse a la campaña "Adopte un blogger".
Ahora necesitamos su apoyo más que nunca: vamos por un lugar para Juano, el andrescalamaro de la dibujantez.
Admiren el esfuerzo de producción del amigo, carajo. Imagínense lo que haría si tuviera una mansión en Beverly Hills, con pileta con azulejitos y reposera ad-hoc.
Y vos, ¿estás usando esa mansión olvidada que tenés en Beverly Hills?, ¿no se la prestás?

martes, 17 de marzo de 2009

"El televisor necesitaba unos pequeños cambios"

Cuando abrí la puerta de casa no me imaginé el problema con el que iba a encontrarme.
Tres hombres de mameluco celeste estaban prácticamente desmantelando el televisor.

-¿Pero... qué...? - apenas si atiné a asombrarme.

Uno de ellos, el que parecía ser el que dirigía el grupo, se sacó un par de tornillos de la boca y dijo:

-Cómo le va, jefe. Lo molestamo un ratito y nos vamo, ¿eh?. Ya en uno o dos minuto terminamo todo.

Realmente estaba tan sorprendido que no atiné a nada, excepto balbucear una especie de sonido gutural como queriendo decir "¿pero me pueden decir que hacen ustedes tres, perfectos desconocidos, dentro de mi vivienda, sin mi permiso y desarmando mi televisor?".
Lo que se escuchó, sin embargo, fue "¿pe, pe, yo, no, es que, pero, eh, us, co, dond, eh?".
Algo se debe haber entendido, porque el hombre se explicó.

-Tranquilo, jefe. Es que el televisor necesitaba unos pequeños cambios. - aclaró señalando el equipo que ahora tenía una espantosa carcasa color fucsia.

-¡Pero andaba lo más bien! - tal era el desparpajo de esta gente que inconcientemente me preocupaba más el televisor que el hecho de que hubiera tres desconocidos metidos en casa.

-Si, por supuesto que anda bien, ¡si es un Clonex!, pero ese no es el punto.

-¿Ah, no?, ¿y cual es el punto, si se puede saber?

-Se puede, se puede. Es que lampresa decidió meter unas modificaciones a este modelo.

-¿Y quién los autorizó a venir a toquetear mi televisor?

El hombre me puso una mano en el hombro.

-Pero, caballero, usté mismo lo hizo, al comprar el producto y aceptar el acuerdo de garantía.
Simplemente enarqué las cejas y esperé la explicación.

-En el papel de la garantía, -continuó- hay una cláusula que dice que "Clonex se reserva el derecho de modificar las características y medidas de sus productos sin previo aviso". Y bueno, Clonex decidió que este modelo tenía que cambiar en algunos aspectos.

-Pero cómo van a entrar así a mi casa, de esta manera.

El tipo de encogió de hombros.

-"Sin previo aviso"

-Si, pero, ¿qué le hicieron al tele? -pregunté preocupado.

-Ah, bueno, enseguida le cuento. Le aviso que los canales ahora llegan hasta el 48 en vez del 178. Esto es porque Clonex quiere de esta manera realzar su nuevo modelo, que seguirá llegando a canales altos. Y además le reemplazamos el tubo por este otro que le pusimos ahí, que durará unos seis meses más. Esto lo decidió Clonex porque como está por poner un plan canje de televisores prefiere que se vayan quemando los modelos viejos y vender mejor los nuevos.

-Pe... pe...

-Ah y además a este modelo decidieron probarle la carcasa fucsia, pero es sólo una prueba. En uno o dos meses más venimos a instalarle la roja, luego la amarilla y por último la color te con leche. Y no me pregunte más que en realidad era sin previo aviso.

-Yo... este...

-Bueno, vamo muchachos, creo que por ahora está bien.

Mientras hablábamos, los otros dos técnicos habían cerrado el televisor y dejado sobre el piso.

-Otra cosa, esta carcasa e má grande. No entró en el mueble. Pero cualquier carpintero se lo arregla en dos patada.

Los tres hombres empezaron a retirarse por un boquete que -recién entonces lo vi- habían practicado en la pared que separa el ingreso a la cochera con el comedor.
Luego de desaparecer el trío, el más joven de ellos volvió a meter la cabeza.

-Y una última cosa, patrón. Ojo cuando lo enchufe, que ahora el tele funciona a 110.

sábado, 14 de marzo de 2009

"Tercera anécdota sobre la edad" o "Anécdota sobre la tercera edad"

A los que creen que deben sentirse viejos cuando un adolescente los trata de "usted", o empiezan a decirles "señor/a" o cuando les ceden el asiento en el colectivo, sepan que hay un nuevo escalón.
Hoy descubrí ingratamente que hay otro nivel, que luego de que te traten como una persona mayor viene algo peor: que te vean como un viejo decrépito.
Estaba esperando un colectivo, tranquilo, escuchando mi mp3 (¡desde cuando los "viejos" escuchan mp3?) y a mi lado había una señorita -que digo "señorita", ¡una niña!- de unos 15 años también esperando el colectivo.
Dejé pasar varios ómnibus que no me dejaban, lo cual debe haber preocupado a esta chica, no se por qué (¿o acaso los supuestamente viejos tenemos la obligación de subirnos al primer colectivo que nos pase por delante, nos deje o no?).
A un poco más de dos cuadras vi que se acercaba el colectivo que yo esperaba.
Entonces, se dio el siguiente intercambio verbal:

Ella - ¿Usted está esperando el 103?
Yo (sacándome los auriculares) - ¿Cómo?
Ella - Que si usted está esperando el 103.
Yo - Si.
Ella - Ah, porque allá viene -me explicó señalándolo.

Ah, por Dios, ¿qué se pensó?, ¿tan hecho mierda estoy?
De más está decir que insistió en dejarme subir al colectivo primero a mi.
No, si la juventud no es la que está perdida. Los que estamos perdidos somos nosotros.

miércoles, 11 de marzo de 2009

A buen entendedor...

Diario Clarín - Ranking de Notas - 09/11/2009

Dale, sigan poniendo este tipo de noticias una debajo de otra.
¿O entonces por qué "apoyar al gobierno" lo pusieron entre comillas?
No me extraña que el Vaticano esté preocupado. A nadie le gusta que le invadan el negocio.

lunes, 9 de marzo de 2009

Burrocracia

(Palacio Municipal - Dirección de Tránsito)

Empleada - Buenos días.
Yo - Buenos días, vengo para solicitar la reimpresión del carnet de conductor. Extravié mi billetera con el carnet adentro.
Empleada - A ver, dame un minuto...

(desaparece por detrás de un bimbo durante quince minutos)


Empleada - ¿Trajiste la denuncia de extravío?
Yo - Eh... no.
Empleada - Bueno, hacé la denuncia de extravío y después presentate acá así completamos el trámite.
Yo - Bien. Hago la denuncia y vuelvo mañana.

(Comisaría - Mesa de entradas)

Oficial - Buenos días.
Yo - Buenos días, vengo para hacer una denuncia de extravío.
Oficial - ¿Qué se le extravió?
Yo - El carnet de conductor.
Oficial - Bien. ¿Documento?
Yo - No, el carnet de conduc...
Oficial - Documento. Que me facilite el documento.
Yo - Ah... disculpe. Tome.
Oficial - ¿Y ésto que es?
Yo - El comprobante de que perdí el documento.
Oficial - No sirve.
Yo - ¿Cómo que no sirve?
Oficial - No, no sirve. Esta constancia es de hace mucho.
Yo - Pero es que el documento no me lo entregaron.
Oficial - Si, pero no sirve igual.
Yo - Bueno, y entonces, ¿cómo hago la denuncia?
Oficial - A ver... espereme un minuto aquí.

(desaparece por detrás de un reja durante veinte minutos)


Oficial - Mire, va a tener que ir al Registro Civil a que le hagan una constancia nueva, con fecha de ahora.
Yo - Uf, y bué... voy a esta el registro civil y vuelvo.
Oficial - A sus órdenes.

(Registro Civil - Mesa de trámites)

Secretaria - Buenos días.
Yo - Buenos días. Vengo a actualizar esta constancia, me dicen en la comisaría no sirve.
Secretaria - ¿Pero cómo no va a servir?
Yo - Y... es lo que me dijeron allá.
Secretaria - Siempre lo mismo, no saben nada. Mirá, ésta constancia te tiene que servir.
Yo - Pero allá no me quieren tomar una denuncia si no la actualizo... ¿es mucho trámite actualizarla?
Secretaria - No, supongo que no. Pero necesito algo para identificarte. ¿Tenés carnet de conducir?