
Desde que me metí en campañas y políticas, desde que tuve que dar prioridad a mis otras ocupaciones, desde que me sumergí en una búsqueda de estilo que no encontré, desde que se multiplicaron las secciones y otras circunstancias que el secreto de sumario me impide explayar, este blog se estuvo yendo al demonio.
Todo fue una infértil sucesión de excusas y explicaciones vanas.
Lo peor es que el ambiento del restaurante decayó en forma fulminante y ahora todos están peleados con todos.
Bueno, no, en realidad están todos peleados conmigo. Entre ellos se llevan muy bien.
Como siempre, la voz cantante la llevó Joseló, quien sae aocmpañar sus reclamos con pequeños empujones y poco sutiles palmadas en la nuca (no su nuca, por supuesto).
Qué cada vez aparezco menos por el restaurante, que Toni cocina lo que le viene en gana, que las cuentas corrientes se están transformando en incobrables, que el Rata ya no quiere servir las mesas sino solamente pasar a recoger la cocina, que Leinho los tiene loco con su filosofía carioca y que la diva Gutierrez no para de reclamar su caché.
Tantos reclamos me hacen sentir agobiado y -porqué no reconocerlo- un tanto culpable.
Claro, cuando me vieron con la cabeza gacha, aprovecharon para hacerme la sicológica y sacudirme además otro cachetazo en la nuca.
Que esto no es lo que era, que es un kilombo, que no hay coherencia, que esto, que lo otro.
En parte tienen razón.
Voy a tener que poner los pies sobre la tierra de nuevo y volver a las fuentes.
Este restaurante nunca fue gran cosa, pero al menos fue alguna cosa alguna vez.
¡Sí!
¡Estoy decidido!
Es hora de volver a lo nuestro, a lo que sí sabemos hacer, como remarcar los menúes noche a noche, aguar intangiblemente los vinos y vender paleta por jamón cocido.
Este restaurante tiene que volver a ser lo que era antes, un lugar casi desértico pero familiar.
Y conste que esto lo hago por los muchachos.
Y también para que paren de una vez por todas de darme palmadas en la nuca, que ya me están sacando de quicio y en cualquier momento les parto la vajilla por la cabeza.