sábado, 30 de diciembre de 2006

¡Al fin me entendieron!

Es una sensación horrible el no poder expresar con claridad un sentimiento o una idea. Sentir que es imposible que nos entiendan porque no encontramos la palabra justa que represente un concepto es una experiencia angustiante.
Así es como me sentí hace dos días en el restaurante, discutiendo sobre las cualidades de nuestro cocinero.
Cuando decidimos abrir este comedor sabíamos que debería ser un lugar diferente y pensamos automáticamente en comida no convencional como distintivo. Y entonces apareció Toni, un chef con revolucionarias ideas sobre los métodos de cocción y reaccionarias combinaciones de ingredientes como recetas.
Al principio dudamos de contratarlo. Joselo se oponía fervorosamente a hacerlo, ya que se autocalificaba como un mozo de profesión y no iba a andar llevando experimentos de mesa en mesa. Finalmente acordamos que íbamos a contratarlo y la experiencia resultó todo un éxito.
Esto ocurrió hace ya un buen tiempo y todo siguió bien hasta hace unos días, pero sucedió algo que nos tiene a todos preocupados.
Toni, luego de la frustración que le produjo haber errado las proporciones en dos o tres recetas y el temor de que lo encontraran para fajarlo los parientes de los dos comensales que –en estado de shock- tuvimos que mantener escondidos en la despensa hasta se le pasaran los síntomas más fuertes, cambió repentinamente su forma de cocinar.
Todo se volvió más vacío en Polenta desde ese instante.
Ese es el origen de la discusión que les comentaba al principio de esta nota y que me produjo una angustia al no poder expresar una definición que me fue esquiva.
Yo quería decir que Toni estaba cocinando distinto, y que no me gustaba.
Alguien me dijo que ahora estaba cocinando mejor, que no entendían mi punto.
Y es cierto, ahora le pedís una tortilla y Toni te hace una tortilla, no como antes que tenías que hacer firmar al cliente un papel para deslindar responsabilidades porque no sabías con que se iba a venir con el temita este de la cocina de autor (digamos que Toni vendría a ser del estilo “impresionista”).
Pero no es lo mismo. No es que cocine peor, pero no me gustaba más antes.
Me preguntaron si notaba que hubiéramos perdido clientela. Y no, no perdimos a nadie. Es más, recuperamos con éxito los dos hombres de la despensa.
Pero no, tampoco era eso… lo que no me gustaba era que no sentía que Toni fuera Toni, había cambiado, había sufrido una… bueno, no se que había sufrido, pero era evidente.
Obviamente nadie me entendía y yo no sabía como hacerme entender.
Me faltaba una palabra.
Después de setenta y dos horas de desvelo, decidí recurrir a una persona que cada tanto se pega una vueltita por acá para picotear algo: Jorge Mux, que de palabras la sabe lunga.
Le expliqué brevemente la sintomatología del caso y no muchas horas después, luego de una ardua investigación (según sus propias palabras, porque para mi es una verdad insoslayable que agrandó el esfuerzo para poder garronearnos un café con leche), me envío un sobre con la palabra justa que expresaba lo que yo sentía.
Lo que nuestro chef sufría era un caso de posopia (pueden ver en el vínculo la definición exacta, ya que Mux la incluyó en su diccionario alternativo).
Lo que hacía como chef y lo distinguía de todos los otros, ya no estaba, había desaparecido. El concepto de posopia lo explica todo y ahora sí, todos me entendieron y estuvimos de acuerdo.
Pero queda trabajo por hacer: nos propusimos recuperar a Toni y devolverlo a su estado natural.
Porque si bien el cambio no nos condena al fracaso, nos está arrastrando hacia una monotonía insalubre.

jueves, 28 de diciembre de 2006

Lassie y Rintintín: un poroto

La policía colombiana está en estos momentos en el ojo de un huracán.
Uno de sus oficiales fue amenazado de muerte por los jefes narcos de Bogotá, por lo que ahora debe moverse fuertemente protegido por una custodia policial permanente.
El asesinato de este agente sería en venganza de la cantidad de secuestros de droga que gracias a él realizó la policía en el control de aeropuertos, donde se desempeña. Las pérdidas para los narcotraficantes superan holgadamente la media tonelada de estupefacientes.
Un inflitrado en uno de los carteles y escuchas telefónicas realizadas por los efectivos dan cuenta de que se planea el envenenamiento de este policía. Ciertamente no sabemos si éste teme o no por su vida, pero estar amenazado por lo principales capomafia colombianos no debe ser joda.
Lo curioso de todo esto, es que el agente en cuestión es una perra (pueden ver la noticia en su formato original aquí). En la fotografía pueden verla (es la que está entre los dos policías de camisa celeste) saludando a uno de sus camaradas, instantánea tomada por un paparazzi inescrupuloso que puso en riesgo la vida del animal haciendo pública su imagen.
Se trata de Ágata (no sabemos si es su verdadero nombre o un alias a fin de protegerla), una perra detectora de drogas que tiene a mal traer a los narcos. Según sus compañeros de la fuerza, sólo le falta hablar, pues para todo el resto no podría ser más inteligente.

No deja de ser muy gracioso (excepto para la perra) que los peso pesado de Colombia estén tratando de asesinar una perra, por más buen olfato que tenga, y que la policía esté en vilo y poniendo guardaespaldas al cánido. Parece más una película de Jackie Chan o Van Dame que un drama real.
El principal problema es la incidencia que el desenlace de este hecho pueda tener en la relación entre humanos y animales. Me imagino a la guardia de infantería protegiendo a tres halcones de aeropuerto de ser linchados por manifestantes de Green Peace por la matanza indiscriminada de palomas llevada a cabo por las aves.

Por lo pronto, se sabe que a Ágata le daran una nueva identidad hasta tanto encarcelen a todos (pero todos todos) los narcotraficantes de Colombia. Supongo que la disfrazarán de dálmata o algo por el estilo, le cambiarán el nombre por el de Chicha o Batata y recomenzará una nueva vida en alguno de los pueblos colombianos más aislados.
Pero más tarde o más temprano retornarán los problemas y deberá por sus propios medios escapar y reventar a los traficantes que la persiguen, porque vi que pasa en todas las películas y algo de cierto debe haber en eso.

Recetas multipropósito para estos días sandwich

Entre fiesta y fiesta suelen suceder varias cosas.
Una de ellas es que se distorsionan los horarios digestivos en forma similar a la alteración del sueño cuando uno viaja, por ejemplo, a Japón (si, claro, esto lo sé porque yo viajé muuuuchas veces a Japón). Son las dos de la tarde y no tenés hambre porque tenés a mitad de camino dos porciones de lechón frío que te zampaste a las nueve de la mañana, a las diez de la noche recién te están entrando ganas de merendar y te tenés que levantar a las cuatro de la mañana porque sentís el estómago vacío.
Entonces no es que uno se dedique particularmente a cocinar, siendo que la heladera ya está llena de pequeñas porciones de comida que fueron quedando de las distintas comilonas.
Sin embargo, el "ser gourmet", no tiene porqué tomarse vacaciones hasta enero.
Veamos como transformar estos residuos gastronómicos en nuevos y deliciosos platillos de la comida chatarra para picotear entre horas.

Sandwich multisectorial primavera
Entre dos capas de pan, alternar una feta de matambre del veinticuatro con dos fetas de vitel thoné, una rodaja de tomate relleno, una lonja del jamón crudo ese que parecía bondiola y volver a repetir. Sólo para sibaritas, untar las caras del pan con ensalada rusa o mayonesa de ave.

Omelette tricolor
Cortar en daditos: un muslito del pollo a la parrila (si es el pedacito ese que quedó porque tiene el costadito lleno de cenizas, mejor), medio chorizo, cebolla escurrida de la ensalada mixta y añadir algunas aceitunitas del antipasto. Colocar en una sartén tres huevos batidos. Cuando empiece a coagular arrojar dentro la picada anterior y dar vuelta, para fundir los ingredientes. Una vez cocido retirar y emplatar. Ya listo, colocar una línea de mayonesa, otra de mostaza y una más de ketchup por arriba, para darle el toque tricolor.

Ensalada muevetripas
Este postre se prepara en vasos de trago largo.
Llenar hasta la mitad con ensalada de frutas. Añadir si es posible una porción de durazno de lata que pueda haber sobrado. Añadir algunas nueces peladas y trituradas. Para finalizar, completar el vaso con chorritos de sidra, anana fizz, clericó, vino blanco y cualquier otra bebida similar que haya quedado en los culos de las distintas botellas abiertas que quedaron en la heladera (evitar las gaseosas y cervezas, porque generan demasiada espuma). Si quedó algo, se puede colocar encima una bocha pequeña de helado de limón que sobró del lemon-champ.

Sushi criollo (región del Litoral)
Despinar y desmenuzar la última porción de boga o sábalo a la parrila que haya quedado. Formar pequeños montículos sobre el plato. Bañar con chimichurri. Añadir al costado dos anchoítas de las que adornaban el vitel thoné. Acompañar con copitos de arroz con atún y arvejas. Servir frío.

martes, 26 de diciembre de 2006

Sueños al desnudo

El Rata, el otro mozo del bar, llegó a trabajar desesperado.
No paraba de gritar, tomándose de los cabellos y llorando a moco tendido.
Ante las miradas de espanto y asombro de los comensales, optamos por llevarlo a la cocina. Allí, luego de intentar calmarlo, tuvimos que darle un par de bofetadas y un buen latigazo con un repasador en el muslo para que nos prestara atención y por instinto de conservación se aplacara un poco el ataque de nervios.
Lo que nos contó fue espeluznante.
Dijo que desde hace cinco días tiene un sueño recurrente: está él sentado frente a una canasta de huevos, con los codos sobre la mesa y las manos sosteniéndose la cabeza. Habiendo consultado a uno de los tantísimos curanderos que viven por su barrio su hasta entonces curiosidad se transformó en terror: le vaticinaron una muerte fulminante en un corto tiempo.
Al punto de contar esto, estalló de nuevo en gritos, que intentamos en vano ahogar con vinagre de manzana, que era lo más fuerte que teníamos a mano.
En eso, se asoma a las puertas de la cocina un personaje más bien extraño: flaco, de mirada extraviada y calma (aunque es raro estar calmo cuando uno se extravía), pálido, barba con bigote, rastas hasta la cintura y una remera batik con una leyenda que rezaba "Guerrero del infierno" y dijo con voz ceremoniosa:
-Déjenmelo a mí.
El Rata empezó nuevamente a los alaridos y quiso escapar por el boquete del extractor de aire. Por suerte pudimos retenerlo, mientras Joselo apagaba el extractor instantes antes de que el Rata se cortara exageradamente las uñas. El Rata, tiempo después nos confesó que pensó que este personaje era ni más ni menos que la Parca que venía a buscarlo.
El individuo que acababa de entrar se presentó como Leinho Carioca, según él un reconocido pae de la religión umbanda del interior de Brasil, especializado en distintos tipos de magia, interpretación de sueños y lo que más destacó: credencial profesional avalada por el Mercosur.
Allí nos enteramos que soñar con huevos, a diferencia de lo que sucede en nuestro país, no tiene un sólo significado y le pidió detalles al Rata de su sueño.
Luego nos dió la siguiente guía de significados, para que tengamos en cuenta cuando soñemos con huevos:

Huevos blancos en una canasta de mimbre
Significa paz interior, armonía espiritual en ascenso. No obstante, las cosas pueden no andar bien en lo económico y todo lo material puede perderse en un santiamén, por ser optimista. La raiz de un lunar en la espalda tocará la médula ósea y comenzará a escuchar voces interiores. La única cura consiste en santificar un gato del vecindario y cederle todos sus bienes, que total ya estaba por perderlos

Huevos de color bajo la almohada
Una sorpresa desagradable acontecerá en su ámbito laboral. Su ex-ámbito laboral.
Sus compañeros se burlarán de usted y le negarán su ayuda. Cuidese de las tentaciones y no se deje llevar por comentarios. Al final no podrá resistir la presión y se arrojará al paso de un tren, lo cual a la larga le evitará el dolor causado por un lunar que empezaría a molestarle un pocas semanas en la zona lumbar.
Para evitar todo esto, intérnese en un monasterio alejado de todo ramal ferroviario y por favor no se rasque la espalda por ningún motivo.

Huevos de pascua en un plato sopero
Un presagio de buena suerte: a todo aquel que le cuente el sueño su suerte cambiará y en el transcurso de dos años se transformará en un nuevo rico. Usted seguirá en la pobreza, pero los favorecidos lo invitarán cada tanto a comer un asado en el quincho climatizado.
Es inevitable que se incumpla este designio, a menos que un lunar molesto empiece a crecer en su espalda.

Huevos de codorniz hervidos
Su vida seguirá como siempre, por muchos, muchos, muchos años más. Despreocúpese de los problemas actuales y mantenga su rutina. Sentirá en el transcurso de la semana una molestia en la espalda, pero el médico le recomendará que cambie la butaca del auto porque un resorte le está lastimando la zona baja de la espalda.
No se recomienda tratamiento: una mala praxis podría infectar la lastimadura en la espalda y trasnformarla en un lunar poco beneficioso.

Afortunadamente el Rata había soñado con huevos de codorniz hervidos y se fue lo más feliz, tranquilo y campante a servir las mesas.
Cuando salió el Rata, le agradecimos a Leinho su buena voluntad y sus conocimientos.
Se sinceró:
-No, si todo esto lo inventé recién, para calmar al muchacho. Lo único que les puedo aconsejar, es que se jueguen para el gordo de fin de año un billetito que termine en doble cero, y no se olviden de mi porque me engancho.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Fah! Aparecimos en Clarín Digital (si bucean bien al fondo nos encuentran)

El viernes, en la Enciclopedia mundial del coso, apareció una referencia al objeto que pueden ver en la imagen que da inicio a esta nota. La Enciclopedia mundial del coso es un espacio creado por el webloguero profesional (bah, así se autodenomina) Esteban Podeti, en su notable weblog del diario Clarín.
El coso en cuestión es -nada más ni nada menos- la viruta o pelusa de goma de borrar, elemento que fogoneamos desde Polenta con Pajaritos como promotor de la identidad cultural del hombre. No voy a desarrollar aquí el argumento completo porque Podeti lo reprodujo (lo copypasteó) del mail que le enviamos y al pie de la letra (además le agregó ese dibujito tan monono), así que les recomiendo que sigan el link y lo vean ahí mismo y de paso paseen por el resto de weblog que Yo contra el mundo no los va a defraudar.
Pero yo en realidad escribo por otro motivo, porque lo primero es la honradez. Y en honor a ésta, debo aclarar que la idea de postular a la viruta de goma de borrar como un objeto que debería estar en el Hall of Fame de la Enciclopedia surge de un infortunado accidente que ha ocurrido aquí en el restaurante.
Resulta que habíamos decidido preparar un menú de guiso de lentejas y acompañarlo con un delicioso pan casero.
Le encargamos a Toni, nuestro cocinero experto en gastronomía alternativa y experimental, que se jugara con unas piezas de pan casero.
Promocionamos nuestro menú (la idea era hacerlo fijo todos los miércoles al mediodía) y recibimos unas cuantas reservas.
Pero el día indicado, con mucha mesas ya ocupadas, Toni nos llama con desesperación a la cocina y nos dice:
-No funcionó.
-¿Qué cosa?- preguntamos.
-El pan,- aclara- el pan no levó.
Ahí nos puso en conocimiento que había utilizado un método artesanal de levado que había escuchado mencionar a un mendigo tailandés, en una de sus visitas a un bar de mala fama en las afueras de Diamante. Obviamente el método era falso.
Nos mostró lo que había obtenido.
Lo que vimos eran flacos jirones de masa, granulada, arenosa. Bah, en definitiva es lo que ven en el dibujo de la viruta de goma de borrar.
Ante tamaño parecido, se me ocurrió enviárselo a Podeti para su famosa enciclopedia. Pero ustedes ya lo saben, lo que ven ahí no es viruta de goma de borrar, sino masa de pan casero mal levada. Afortunadamente, como dudo que Podeti ingrese aquí y lea esto, las apariencias están a salvo.
Guarden el secreto y se harán acreedores a un plato de guiso de lentejas con pan lactal, nuestro menú de los miércoles. Gracias.

Mis memorias

Estaba reflexionando sobre los circuitos de la memoria, sobre los procesos que hacen que uno recuerde y actúe en consecuencia. Sobre la facilidad de recordar nombres, datos y vivencias, que permanecen cincelados en la mente.
Y pensaba, precisamente, en el porqué de que todos esos circuitos (delicados, sutiles) a mi me fallen con un descaro asombroso.
La memoria se me resbala. Tanto, que cuando retengo algo me asombra. Ultimamente, lo único que puedo retener es líquido.
Algo de esto ya hemos hablado cuando les conté sobre las cosas perdidas aquí en el restaurante.
Recuerdo (sí, dije recuerdo, y estoy asombrado) que cuando era pibe tenía una memoria a prueba de balas.
Era cuestión de leer algo (fechas, nombres, cantidades, lugares y las combinaciones entre uno o más de estos datos) para que pudiera, al cabo de varios días, repetir la información absorbida como si la estuviera leyendo del aire.
Ahora, en la caja del supermercado me dicen el total de la compra y cuando termino de abrir la billetera tengo que pedir que me repitan el importe nuevamente.
El cuerpo (músculos, huesos, piezas dentales) también memoriza. A fuerza de repetición.Por ejemplo, en un sólo movimiento puedo lanzarme contra el asiento del auto, rotar en el aire y caer sentado, con una mano ensartar la llave en la cerradura de arranque, con la otra cerrar la puerta, la vista fija verificando la posición del retrovisor y los pies cayendo uno sobre el embrague y el otro sobre el acelerador. Todo esto podría hacerlo de noche bajo una oscuridad absoluta, aún medio dormido y con dos tubos de tinto oleando en el estómago. Es más, con tres tubos de tinto inside creo poder hacerlo incluso sin auto.
Esta memoria es fantástica.
La memoria que conoce al detalle el movimiento de la puerta de calle cuando, sin ver (porque venís tapado de bolsas con las compras de la semana), sabés en qué momento interceptar la hoja de la puerta con el talón del pie menos hábil, cerrarla con la fuerza justa para que ni quede abierta ni desprenda el marco de la pared e iniciar un raid a través de sillas, mesas, sillones y otros obstáculos que podés esquivar como si estuvieras sujeto a un riel que recorre tu casa (algo así como un tren fantasma).
Maravilloso.
Lástima que esta memoria también empezó a fallarme.
Simplemente estoy un poquito gordo.
La puerta que antes se cerraba mis espaldas ahora me cachetea el culo y se abre de nuevo.
Cuando paso al filo de la mesa, el ombligo va tirando los vasos al piso.
Un desastre.
No les deseo esta amnesia muscular, que hace retrotraer nuestras mentes hasta la época del crecimiento, a la torpe edad del pavo, cuando el cuerpo varía de tal forma que se nos hace incontrolable.
Así las cosas, me quedé sin ningún tipo de memoria, ni mental ni corporal. Una anárquica amnesia que es limítrofe a la locura.
Trabajar acá en el restaurante no hace más que acrecentar mi angustia.
En este momento, desde hace diez minutos estoy dando vueltas con una milanesa con puré en la bandeja, que ya se me está enfriando, y sigo sin encontrar al destinatario del plato. La gente me ayuda, como en la playa cuando se pierde algún chico, y me siguen entre las mesas, aplaudiendo, pero nada, che, no sé para quién es esto.
Probablemente el que me lo haya pedido no esté menos perdido que yo y en este momento se encuentre caminando, a varias cuadras de distancia, satisfecho, sobándose la panza y pensando convencido: "qué buena milanesa con puré que me he comido".

miércoles, 20 de diciembre de 2006

Fundamentos

Ayer estábamos cenando con unos amigos en una pizzería y pasó una niña vendiendo flores. Le compré un pimpollo de rosa para mi esposa que en ese momento estaba trabajando, para darle un minúsculo regalito sorpresa.
La flor venía envuelta en celofán metalizado y el pimpollo estaba protegido o enfundado en un chapuchón confeccionado con una especie de red plástica. No se si se ubican como es esta protección para los pétalos, intenté buscar una foto en internet y no lo conseguí, espero lo imaginen.
Cuando estaba a punto de retirar el capuchón para dejar la flor en libertad, una amiga me dijo:
-Dejaseló, así le va a durar más tiempo.
Entonces pensé: ¿y para qué quiero que dure más tiempo si no puedo disfrutarla, paladearla con la vista?.
Es como tener un tener un perfume de excelente fragancia, de los que no se consiguen tan fácil o son harto costosos, y no usarlo nunca para que no se gaste. ¿Qué placer produce el perfume dentro del frasco?
Hay mucha gente que se rige con ese principio en todo momento.
Están los que se compran un auto cero con unos tapizados espectaculares, pero nueve meses después de estrenados siguen los asientos enfundados en bolsas de nylon como colchones de geriátrico.
Yo particularmente tengo algunas de esas mañas: suelo no usar algunas de las lapiceras que mejor escriben o más me gustan por miedo de -una vez agotadas- no conseguir el repuesto. O añejar en demasía un buen vino, no tanto por mejorarlo sino por temor de no poder reponerlo.
Basta.
Desde hoy cambiaré de método.
Tengo en el restaurante unas mesas hermosísimas, ¿para qué cubrirlas con el mantel?
A partir de mañana encontrarán una fantástica superficie de madera pulida en vez de un mugroso trapo.
Ni siquiera pienso poner los platos. Al fin de cuentas no son más que intermediarios que impiden que se manche el mantel que impide que se ensucie la mesa.
Un cucharon de polenta directamente sobre la madera, que después de todo el contacto con el roble hace al buen vino, entre otras cosas.
Y es más, basta de intermediarios.
¿Qué es la comida? Una excusa para que -como por arte de magia- sus billetes pasen desde sus billeteras a nuestra caja registradora.
Así que desde ahora, entran al restaurante, pagan y listo. Chau, se van.
A ver si de una vez por todas acabamos con estos viejos vicios de dilatar las cosas y dejar para mañana lo que puedes disfrutar hoy.

martes, 19 de diciembre de 2006

El ingenio popular nunca descansa

(clic para ampliar)

Visita al yopin II (la revancha)

Hace un rato escuché o leí algo que me hizo acordar de la siguiente anécdota, ocurrida más o menos por la fecha en la que escribí la primera parte de este artículo y por alguna razón la había escondido en el subconciente.
Ojo, que esto me ocurrió denserio, eh?

Luego de una larga caminata por uno de los shopping de la ciudad, regresábamos con mi esposa e hija rumbo a los estacionamientos.
Cómo estábamos en otro nivel (me refiero al piso, no al económico porque como siempre salimos sin comprar nada) optamos por tomar uno de los tres ascensores que haý en ese ala del complejo.
Estábamos esperando uno de los tres y yo (impaciente como siempre) apoyaba la mejilla contra el vidrio de la puerta y mirando el hueco del ascensor de arriba-abajo para saber si la cabina iba o venía con respecto a nuestro piso, para ver si nos convenía esperar primero alguno de los otros dos.
En un momento le dije a mi esposa algo así como "vení, este es el que sube".
Una mujer de unos veintipico escuchó el anuncio y dirigiéndose hacia mí (se ve que pensaba que yo la manyaba lunga) dijo señalando la puerta de uno de los otros ascensores:
-¿Y no sabe si por acá pasa el que baja?
Me quedé sin palabras. Simplemente la miré entre asombrado e incrédulo, sin contestar.
Perdí la capacidad mental y no puedo armar bien la escena, pero creo que me dijo algo así como "ah, claro" dio media vuelta y desapareció por la primer puerta que se abrió. Tan perplejos quedamos que recién dos días después comenté el hecho con mi mujer y aflojamos la risa.
¿Pensó por un momento que los ascensores son una cinta sin fin, una montaña rusa ultra reprimida?
No sé, francamente no sé.
Y ella tampoco.

(¡Ah! Gracias por las primeras 1000 visitas)

Esta semana me pegó por mirar videos en internet y encontré algunas cosillas que pienso utilizar en el restaurante. Miren a este tipo que hace dibujos en el café con leche.

lunes, 18 de diciembre de 2006

Navidad hot

La navidad no sólo es alegría, paz, diversión y alcohol desmedido e irresponsable.
No señor.
Es una fuente inagotable de peligros y acechos.
Mi hija estuvo hace dos años presionando para que armemos el arbolito (sí, 730 días; porque el año pasado utilizando débiles excusas, evasivas respuestas y grandes fiacas no lo hemos armado) así que este año sí lo sacamos de su destierro placaresco.
Sin embargo, me siento como si hubiera instalado el terror en mi casa.
Verlo ahí, disimuladamente apacible, casi inocente, con todas esas lucecitas focos de incendio aguardando su oportunidad de flambearnos.
Porque seamos sinceros, muy seguro no es.
En principio, como no tengo enchufes que anden por ahí cerca (débiles excusas, evasivas respuestas y grandes fiacas me impiden cambiarlos) un tentáculo de cables retorcidos y atirabuzonados se arrastra varios metros por el piso hasta llegar a la base del pino, para peor colocado sobre una mesita plástica forrada en papel madera para darle el toque rústico apropiado. Basta un pie distraido para talar el pino sin mayor esfuerzo.
Luego, como casi ya no nos quedan adornos, aproveche unos cuatro juegos de 200 luces cada uno para disimular el faltante. El resultado es un arbolito con más luces que la Torre Eiffel (no, no es metafórico) y que a su vez es una efectiva fuente de radiación calórica. Con decirles que debajo armamos el pesebre y ya los tres reyes magos se me pusieron en bolas y se están comiendo uno de los corderos, que víéndolo asado pinta estar bueno.
Por último, ninguno de los juegos de luces parpadea y esto no hace más que aumentar el peligro de ignición. Además que no se puede dormir. En mi pieza entra un fulgor por la puerta que me está decolorando el cubrecama. A José, María y Jesús los tengo con lentes ahumados; el pesebre parece una grabación de CQC.
En nada colabora que el árbol es de un plástico finito con pinta de inflamable y tiene colgados todos los amorosos adornos que fabrica año a año mi hija en la escuela: todos muy lindos pero hechos de viruta de madera, palitos de helado y cosas por el estilo. No sé, en cualquier momento me cae con un adornito hecho de briquetas y pastillas de encendido para carbón.
Al final, uno termina mirando el arbolito con recelo y cada vez que salgo apago luces, bajo las térmicas y el disyuntor, aunque al volver tenga que reprogramar los canales de video y radiorelojes, con lo mucho que odio esta tarea.
Probablemente piensen que soy un paranoico.
Sin embargo, los invito a ver este video (educativo, agregaría yo) donde pueden ver como una casa (la tuya, la mía) se convierte en un infierno en menos de un minuto gracias a la acción de estos delincuentes llamados arbolitos de navidad. Para los de ánimo sensible, aclaro que nadie sale herido en la cinta y no hay escenas fuertes. El único que sale maltrecho de la grabación es el espítiru navideño, que en paz descanse. ¡Corre cinta!

jueves, 14 de diciembre de 2006

10 cosas que voy a hacer después que me muera

Cómo primer trabajo práctico en el nuevo curso que estoy haciendo (al final me convencieron en las Academias del Siglo para que me capacite en alguna profesión post-mortem) me pidieron hacer la lista de las 10 cosas que haría si fuera un fantasma invisible.
Según me explicaron, un fantasma es aquel que todavía -si bien ya está muerto- no tiene cumplimentado los trámites administrativos para pasar sin más al otro lado. Mientras tanto no estén los papeles al día y sello sobre sello, queda a mitad de camino: sería como una especie de zona franca o sección de embarque en los aeropuertos.
Hechas las aclaraciones pertinentes (no muchos de ustedes deben concurrir a la academia) les paso el listado de mis diez cosas que haría durante ese mientras tanto, sin estar ordenadas por prioridades.
  1. Podría colarme en el campo de juego de los partidos de fútbol de primera división, tomar alguna pelota que venga al rastrón y empezar a correr zigzagueando jugadores y convirtiendo goles fantásticos.
  2. Me subiría a un colectivo e iría tocando timbre en todas las esquinas y cuando el colectivero vaya a atrás a revisar el pulsador pasarme adelante y empezar a tocar bocina.
  3. Me pararía en los green de campos de golf y desviaría los tiros que vayan al hoyo, o colaboraría para convertir hoyos en uno.
  4. Me divertiría haciendo levitar cosas en las iglesias, en plena misa.
  5. En las fiestas de casamiento, haría tropezar a los novios cuando pasen por al lado de la torta.
  6. Recorrería las entradas de las escuelas durante los horarios de entrada y salida de clases e iría desinflando las ruedas de los que entorpecen el tránsito estacionando en doble fila o sobre la mano contraria.
  7. Estrellaría pasteles de crema como por arte de magia en el rostro de los políticos que están siendo entrevistados en programas de televisión.
  8. Iría a mi propio velorio y sacaría a patadas en el culo a los que escuche contando chistes o cometiendo otras faltas de respeto similares.
  9. Iría al casino y haría que la bolita de la ruleta siempre quede sobre los números que hayan apostado personas que me simpaticen.
  10. Me tomaría un tiempo para perseguir al perro de mi esposa y darle una buen puntín en el traste cada vez que se agache a cagar en los lugares donde sabe que no debe.

Esta es una lista más que incompleta y todavía no la he presentado a mis profesores, así que estoy a tiempo de corregirla.
Escucho sugerencias.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Delivery

Ayer no colgué ningún post porque estuve ocupado con un temita urgente.
Resulta que desde el 10 de diciembre no aparecía Joselo por el restaurante y ya preocupado estuve buscándolo por los lugares que le son costumbre.
Lo encontré durmiendo en un banco de la plaza San Martín.
Resulta que Joselo hace algunas horas de trabajo en una rotisería que queda cerca de su casa y le ayuda a redondear el nivel de ingreso mensual.
Como suelen estar bastante atareados, el que recibe los pedidos telefónicos suele atender las llamadas utilizando la función de manos libres del aparato mientras hace otra cosa, como por ejemplo lavar vasos o algo por el estilo.
Joselo estaba acomodando una mercadería tras el mostrador cuando escuchó la siguiente llamada, luego de la cual entró en estado de shock.

(Riiiing, riiiing)
-Rotisería El Mundo buenas noches que desea
-Buenas noches.
-¡Buenas noches, señor! ¿Cómo le va a usted?
-¿Me reconoce?
-¡Por supuesto! Su voz es inconfundible, además es uno de nuestros mejores clientes. ¿Qué desea encargar?
-La verdad es que me tienta algún bocadillo internacional, alguna delikattessen.
-¿Algo en particular?
-No se, sorprendeme. Lo que pasa es que estoy algo desganado y no tengo ganas de salir de casa.
-¿Le parece bien algun sabor tirando a salvaje?
-Podría ser, podría ser... eso sí, me gusta bien cocido.
-Si quiere se lo mandamos completamente quemado. Realza el sabor.
-Bueno, bueno, dele, mandemeló nomás.
-Perfecto, enseguida le enviamos su pedido.
(¡Clac!)
-¡Che!- gritando hacia la cocina - llamó el Rojo. Andá haciendo marchar un Pinochet a las brasas. Si, es para enviar. Mandalo al Averno, como siempre.

De más está decir que Joselo no piensa volver a esa Rotisería.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Fe de erratas

Debo reconocer que tuvimos una semana muy complicada. En honor a la verdad, tengo que añadir que la cosa se nos escapó de las manos.
Estuvimos, cuando menos, distraídos.
Me hubiera gustado haber puesto hoy un post de agradecimientos (gracias Menganito por su visita... muy halagüeños sus comentarios, don Zutano... nos alegramos que su vesícula haya entrado en razones, señorita Fulana... por favor, faltaba más, querido Xenón...).
Pero no, en vez de eso, no nos queda más remedio que publicar esta fe de erratas (fe de ratas, sabemos que dijo el del bar de enfrente).
Con mis disculpas, acá va el detalle:
  • En el guiso del mediodía del martes, donde pusimos chorizo colorado, deben haber encontrado chorizo coloreado.
  • Las medialunas del miércoles, eran del martes.
  • Tenían razón: el arroz con pollo del jueves no tenía pollo. Ayer encontramos el pollito crudo, en el fondo de la heladera. Después, cuando lo pueda averiguar, les comento que era entonces lo que acompañaba el arroz.
  • Donde hasta ayer decía Damas, debía decir Caballeros (ya encontraré al gracioso).
  • El cartel de tenedor libre no correspondía, quisimos poner tenemos liebre.
  • Donde recomendamos al que madruga Dios ayuda, quisimos decir no por mucho madrugar se amanece más temprano.

Bien, creo que eso es todo por ahora. Necesitaba sentir la conciencia limpia.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Gratificaré devolución

Son los tiempos que corren.
La agitada vida en las ciudades nos impone un ritmo infernal, que nos hace funcionar como meras máquinas corriendo en pos de su objetivo.
Y es en este fregor diario donde uno evade circunstancias y mínimos cuidados que harían que no perdamos tantas cosas.
Porque, ¿quién no se olvidó un paraguas en el colectivo por ir pensando cómo hará para resolver cual o tal tema en la oficina?
¿O cuántos pueden decir "yo, jamás" si preguntáramos quiénes son los que no se han olvidado alguna vez un abrigo colgado en el respaldo de la silla de un bar luego de apurar un café con leche y pensando en cómo va a hacer para pasar a buscar a los chicos, llevarlos a lo de la suegra que vive en la otra punta y sin olvidarse de pagar tal impuesto que sólo lo cobran en tal banco y encima no pasé por el Banelco y...?
Yo al menos no.
En el bar, microcosmos particular pero no por ello distinto al resto del mundo, sucede exactamente lo mismo. Pero, quizás por las características bohemias de este lugar, suele suceder al revés que en otros lados.
Es raro que un cliente pierda algo en nuestro restaurante.
Y sin embargo puedo contar con los dedos las veces que un mozo sale del mostrador con un objeto y regresa con el mismo al punto de partida o al menos sabe donde lo puso. Parecería una exageración si no fuera cierto, pero debido a este tipo de olvidos tenemos tras la barra cinco cajones llenos de las cosas que más perdemos (nuestro triste top five, digamos) para asegurarnos de tener siempre a mano. Allí podemos encontrar destapadores, sacacorchos, salpimenteros, anotadores con birome y tablitas para llevar prendida la cuenta.
Los clientes suelen devolvernos cosas que los mozos dejan por error en las mesas, como floreros, platos que no han pedido, sillitas para bebé, tapitas de botella, cuentas ajenas, azucareras o queseras (según haya pedido pastas o café, respectivamente) y otras cosas por el estilo.
También es frecuente ver a los mozos vagando erráticamente entre las mesas buscando algo perdido o en cuatro patas, oreja pegada al piso, atisbando por debajo de los manteles si no está allí lo que han extraviado.
Algunos interpretan esto como un caos absoluto dentro del restaurante, a un desorden generalizado. Yo sostengo que no es más que una particularización de las leyes de entropía que gobiernan el universo.
¿Pero a qué viene todo esto?
A que hace una semana contratamos a un muchachito para que colaboren en la atención de las mesas, debido al incremento de la clientela.
Como el pibe que nos recomendaron tiene nula experiencia en el tema, se lo "pegamos" a Joselo, para que vaya viendo como se mueve la cosa.
El pibe iba tras Joselo mesa por mesa, prestando atención a la forma de servirlas, de llevar los pedidos a la cocina, de retirar el servicio.
Pero ayer se nos perdió.
Joselo dice que la última vez que lo vió fue mientras servía una porción de canelones al del cuarto piso del edificio de al lado y que después se distrajo, se puso con la mesa contigua y cuando llegó a la cocina el pibe ya no estaba.
Tratamos de hacerle recordar donde puede haberlo puesto, en qué otras mesas estuvo atendiendo pero nada, el Joselo dice que no puede aportar otros datos.
Lo buscamos en todas las mesas, en los baños, en las mesitas de la vereda, en las casas donde llevamos algunas viandas, bajo la barra, en la despensa. Nada.
Por eso escribo esto.
Si viene usted al restaurante y encuentra sentado en su mesa, o bajo la silla o donde sea, un pibe flaquito de veintitantos, pelo ondulado, poco expresivo pero eso sí muy respetuoso, delantal con repasador a la cintura y ojos muy pero muy saltones, le rogamos que nos avise.
Alguna forma de agradecerle la atención encontraremos.
Gracias.

viernes, 8 de diciembre de 2006

¿Hacía falta tanto realismo?

Se avecinan las navidades y empezamos a preguntarnos qué juguetes son recomendables para los niños.
Uno busca que no sean bélicos o agresivos, que en lo posible sean didácticos, que sirvan para prepararlos para su vida adulta, entre otras consideraciones.
En este contexto, la empresa Mattel (propietaria de las licencias de las muñecas Barbie) sacó un modelito que cumple con estas características: es realista, no disimula una de los aspectos más desagradables de las mascotas y enseña a los niños a tener un cierto grado de responsabilidad y conciencia ciudadana.
Señores y señoras, con ustedes: el perro que caga.
De esta manera, los niños crecen sin el malicioso prejuicio con que crecimos nosotros: ¿y porqué en las películas infantiles nunca nadie va al baño?
Una traducción aproximada del texto (incluido en inglés en la página que linkea más arriba) con que se publicitan las bondades de este juguete es la siguiente:

¡La muñeca Barbie tiene un perro llamado Tanner que es exactamente igual a un perro real! ¡Tanner es suave y rizado y su boca, orejas, cabeza y cola realmente tienen movimiento! Podés abrir la boca de Tanner y alimentarlo con sus galletas para perros. Viene con un hueso y mordillos que Tanner puede sostener con su boca. Cuando Tanner tiene que ir al baño, Barbie limpia con su recogedor magnético especial y su cubo de la basura. Muñeca Barbie no incluida.

Yo lo vi, viene con unos simpáticos soretitos de los más bonitos.
Nosotros nos prendemos en esta posta de juguetes realistas que muestran imparcialmente los aspectos de la vida que tarde o temprano tendrán que resolver los futuros adultos por sí mismos.
Con nuestros menúes infantiles, al mejor estilo de las cadenas yankis, obsequiamos juguetes educativos. Para no correr el riesgo de faltar a las leyes de copyright nos vimos obligados a encargar la línea a un fabricante taiwanes que hace unas copias más o menos aceptables de la famosa muñeca y sus amigos, que hemos rebautizado con el objeto de no ser aprecibidos de ninguna manera.
Los juguetes por los que nuestros clientes pueden optar son:

Varvie con equipo piquetero
¡Armá tus propios piquetes junto a tus amigos para protestar por el aumento del precio de las figuritas o exigiendo la reducción de la jornada escolar!
Incluye dos pares de cubiertas, pechera con consignas adecuadas y olla de campaña.

Tereza diabética
Aprendé junto a Tereza a medir el nivel de azúcar en la sangre.
Incluye analizador y jeringuitas de insulina.

Quely inspectora de tránsito
¡Qué nadie te estacione mal la bicicleta! Cuando un chico se rebela, Quely lo persigue para multarlo. Su chaquetita posee un bolsillo para guardar las cometas que consiga. El casco se amolda perfectamente a su codo..

Quen destapador de pozos ciegos
Si Tanner te pareció poco, Quen destapapozociego es tu opción. En kit incluye cámara séptica, esterichia colli, tubo succionador y otros accesorios.

Si con esto no pasamos al frente, no se con qué lo haremos...

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Carta literaria

Ayer volvió a presentarse en nuestro local , como había prometido, don Rodrigo Alvarez Onorio, el afanado escritor.
Como había vendido otro más de sus libros, vino a festejar al restaurante. Igualmente, si bien comió opíparamente, le aclaramos que con esos tres pesos con cincuenta no cubría ni el plato de entrada. Gentilmente nos ofreció un ejemplar de su libro como parte de pago, pero desistimos lo más caballerosamente posible de la opción y resolvimos invitarlo como cortesía de la casa.
Entre plato y plato nos contó que estaba tirado en la lona, lo cual hay que interpretar literalmente, ya que se encuentra viviendo bajo el alero de una carpa en la que vive un poeta amigo suyo que le permitió guarecerse en el espacio cubierto que queda entre la canaleta y los tensores que afirman la tienda al suelo.
Luego de un breve conciliábulo entre los que sostenemos el restaurante, resolvimos dar la posibilidad a este gran prosista y devorador de canelones –según pudimos comprobar sin demora- de que pasara a formar parte de nuestro staff. Debido a que en principio no tenemos una responsabilidad definitiva para darle optamos por encargarle que modificara el texto y el estilo de nuestra carta, para hacerla más atractiva.
He aquí algunos ejemplos de cómo fue quedando:
Donde antes decía…

Fideos caseros con tuco
…ahora puede leerse…

Delgadas cintas cuyo alma conforma el noble mies dorado de la tierra patria, imbuidos en una crepuscular y ambiciosamente suave atmósfera de frescos tomates que las envuelve al igual que a la esencial carne vacuna, prodigio de nuestra portentosa ganadería que –leal como nadie- ofrece su propio cuerpo para fusionarse exquisitamente con nosotros. Opcional con queso.

Donde se leía...

Milanesa a caballo

…ahora se encuentra…

¡Oh, dioses sagrados que alimentan nuestro espíritu! Si pudieran, por una fracción de segundo, ser simples mortales, cederían a la tentación de paladear el néctar que se desprende de esta expresión del ingenio humano, combinando carne, espiga y huevo, en esta especie de trilogía autorrefencial. Sale con fritas.

Debajo de esta última descripción, previendo futuros desconciertos por parte de nuestros comensales, Joselo optó por aclarar a mano y con birome “(se refiere a la milanga con huevo frito arriba)”.
No se que rédito puede darnos esta nueva carta, pero total, si fuera por las ganancias, ya tendríamos que haber cerrado.

Cerrado por reformas

A todos nuestros clientes pedimos disculpas por estos días en que permanecimos cerrados, a partir de mañana reabrimos y los esperamos.
Cometimos el error de alquilar nuestro local a una productora cinematográfica.
Cuando leimos las primeras páginas del guión, comprendimos que se trataba de una comedia costumbrista, ambientada en un comedor de barrio.
Pensamos que era buena publicidad para el negocio, así que dijimos que sí. No era buena plata, pero imagínense a Polenta con Pajaritos como escenario de una película proyectada en todos los cines del país.
Pecamos de ingenuos por no leer el guión hasta el final y cuando advertimos la advertencia de un trío de ninjas negros, dos elefantes, cinco motoqueros heavy metal, varios sacos de pólvora, un vallado que impedía el acceso peatonal en cinco cuadras a la redonda, un camión de bomberos, una brigada de ambulancias, máscaras antigases y un detector de radiaciones ya era tarde.

Para compensar, les dejo un vínculo para que puedan ver el mejor corto animado de los que he encontrado en internet, que tranquilamente puede hacerle sombra a cualquiera de los que producen las más exitosas productoras.

sábado, 2 de diciembre de 2006

Navidantrax

Ya tenemos las fiestas encima y empiezan los trastornos consabidos sobre donde la pasamos (¿en lo de tus viejos o con mi familia?), quien carajo se encarga este año del pionono, a cual de los tíos hay que pedirle el pomo de Pancután por ese problemita de los petardos en los dedos y despierten al abuelo que ya casi son las doce.
Pero este año, deberán estar más atentos que nunca.
Según informes especiales que hemos recibido en el comedor por parte de un alto funcionario del ministerio de defensa (no saben como suelta la lengua cuando se le va la mano con el vino durante los almuerzos), con este tema de la militarización de Botnia, los pedido de captura de ex-funcionarios iraníes, la violencia en las canchas y sindicatos y todo eso, parece que Bin Laden anda planeando aprovechar el bullicio de fin de año para darse una vueltita amigable por la zona.
Aprovechando su gran parecido con Papá Noel planea infiltrarse entre nosotros para seguir cometiendo nuevas fechorías.
Así que ojo, les pasamos aquí una pequeña guía para que no se dejen engañar y puedan detectar la probable presencia de Bin Laden bajando disimuladamente por la chimenea.

Papá Noel suele obsequiar autitos de juguete a los niños.
Desconfíen de los aviones que pueda enviarles Bin Laden

Papá Noel suele recibir carta de los niños.
Bin Laden prefiere enviar cartas, pero con Antrax.

La noche que Papá Noel nos visita, suelen estallar cohetes y bombas en las calles.
Si el que los visita es Bin Laden... este, ehmmm, que coincidencia...

Nadie puede asegurar que Papa Noel haya existido alguna vez.
Nadie puede confirmar que Bin Laden siga existiendo.

A Papá Noel lo espera un cálido hogar ubicado en el polo Norte, donde se rodea de duendecitos verdes.
A Bin Laden lo aguarda una celda en Guantanamo, donde se rodeará de mamelucos anaranjados.

Si sentís ruido en la cocina y no podés verlo, es Papá Noel.
Si ves a alguien en la cocina y no podés atraparlo, es Bin Laden.

Probablemente, las tres personas que puedan ser más buenas que Papá Noel son Gaspar, Melchor y Baltazar.
Seguramente, las tres personas que puedan ser más malas que Bin Laden son George Bush, Tony Blair y Donald Rumsfeld.