Como había vendido otro más de sus libros, vino a festejar al restaurante. Igualmente, si bien comió opíparamente, le aclaramos que con esos tres pesos con cincuenta no cubría ni el plato de entrada. Gentilmente nos ofreció un ejemplar de su libro como parte de pago, pero desistimos lo más caballerosamente posible de la opción y resolvimos invitarlo como cortesía de la casa.
Entre plato y plato nos contó que estaba tirado en la lona, lo cual hay que interpretar literalmente, ya que se encuentra viviendo bajo el alero de una carpa en la que vive un poeta amigo suyo que le permitió guarecerse en el espacio cubierto que queda entre la canaleta y los tensores que afirman la tienda al suelo.
Luego de un breve conciliábulo entre los que sostenemos el restaurante, resolvimos dar la posibilidad a este gran prosista y devorador de canelones –según pudimos comprobar sin demora- de que pasara a formar parte de nuestro staff. Debido a que en principio no tenemos una responsabilidad definitiva para darle optamos por encargarle que modificara el texto y el estilo de nuestra carta, para hacerla más atractiva.
He aquí algunos ejemplos de cómo fue quedando:
Donde antes decía…
Fideos caseros con tuco…ahora puede leerse…
Delgadas cintas cuyo alma conforma el noble mies dorado de la tierra patria, imbuidos en una crepuscular y ambiciosamente suave atmósfera de frescos tomates que las envuelve al igual que a la esencial carne vacuna, prodigio de nuestra portentosa ganadería que –leal como nadie- ofrece su propio cuerpo para fusionarse exquisitamente con nosotros. Opcional con queso.
Donde se leía...
Milanesa a caballo
…ahora se encuentra…
¡Oh, dioses sagrados que alimentan nuestro espíritu! Si pudieran, por una fracción de segundo, ser simples mortales, cederían a la tentación de paladear el néctar que se desprende de esta expresión del ingenio humano, combinando carne, espiga y huevo, en esta especie de trilogía autorrefencial. Sale con fritas.
Debajo de esta última descripción, previendo futuros desconciertos por parte de nuestros comensales, Joselo optó por aclarar a mano y con birome “(se refiere a la milanga con huevo frito arriba)”.
No se que rédito puede darnos esta nueva carta, pero total, si fuera por las ganancias, ya tendríamos que haber cerrado.
3 comentarios:
Deberían ponerles números a los platos, así en lugar de recitar el nombre completo, los comensales simplemente dicen "¡¡¡dame un menú dos!!!".
Estoy ansioso de saber que escribirá en lugar de "Ravioles". Y quién sabe que o-curros literarios tendrá para: "Fusilli a los cuatro quesos".
Dudo que exista en el mundo algo más redituable que la misma presencia del Sr. Rodrigo Alvarez Onorio.
Es probable que considerando los dotes litearios de este señor tengas cliente que vayan exclusivamente a leer el menú, sin consumir nada.
Excelente. Un blog que, como el poético menú del restaurante, es para recomendar.
Las fondas mugrientas en las que yo como no tienen carta; tienen una bruja peluda vestida de entrecasa; todo el tiempo se siente olor a aceite quemado y todas las comidas empiezan con "albóndiga de..." o "sánguche de...". En algunos casos ni vale la pena preguntar de qué. Bien le vendría a esos lugares un poeta de la carta. Bien les vendría una carta. (Bien les vendría un cheff)
No es fácil encontrar blogs de personas que escriban tan bien... Un placer leerlo y degustar mentalmente sus sabores.
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