Entre fiesta y fiesta suelen suceder varias cosas.
Una de ellas es que se distorsionan los horarios digestivos en forma similar a la alteración del sueño cuando uno viaja, por ejemplo, a Japón (si, claro, esto lo sé porque yo viajé muuuuchas veces a Japón). Son las dos de la tarde y no tenés hambre porque tenés a mitad de camino dos porciones de lechón frío que te zampaste a las nueve de la mañana, a las diez de la noche recién te están entrando ganas de merendar y te tenés que levantar a las cuatro de la mañana porque sentís el estómago vacío.
Entonces no es que uno se dedique particularmente a cocinar, siendo que la heladera ya está llena de pequeñas porciones de comida que fueron quedando de las distintas comilonas.
Sin embargo, el "ser gourmet", no tiene porqué tomarse vacaciones hasta enero.
Veamos como transformar estos residuos gastronómicos en nuevos y deliciosos platillos de la comida chatarra para picotear entre horas.
Sandwich multisectorial primavera
Entre dos capas de pan, alternar una feta de matambre del veinticuatro con dos fetas de vitel thoné, una rodaja de tomate relleno, una lonja del jamón crudo ese que parecía bondiola y volver a repetir. Sólo para sibaritas, untar las caras del pan con ensalada rusa o mayonesa de ave.
Omelette tricolor
Cortar en daditos: un muslito del pollo a la parrila (si es el pedacito ese que quedó porque tiene el costadito lleno de cenizas, mejor), medio chorizo, cebolla escurrida de la ensalada mixta y añadir algunas aceitunitas del antipasto. Colocar en una sartén tres huevos batidos. Cuando empiece a coagular arrojar dentro la picada anterior y dar vuelta, para fundir los ingredientes. Una vez cocido retirar y emplatar. Ya listo, colocar una línea de mayonesa, otra de mostaza y una más de ketchup por arriba, para darle el toque tricolor.
Ensalada muevetripas
Este postre se prepara en vasos de trago largo.
Llenar hasta la mitad con ensalada de frutas. Añadir si es posible una porción de durazno de lata que pueda haber sobrado. Añadir algunas nueces peladas y trituradas. Para finalizar, completar el vaso con chorritos de sidra, anana fizz, clericó, vino blanco y cualquier otra bebida similar que haya quedado en los culos de las distintas botellas abiertas que quedaron en la heladera (evitar las gaseosas y cervezas, porque generan demasiada espuma). Si quedó algo, se puede colocar encima una bocha pequeña de helado de limón que sobró del lemon-champ.
Sushi criollo (región del Litoral)
Despinar y desmenuzar la última porción de boga o sábalo a la parrila que haya quedado. Formar pequeños montículos sobre el plato. Bañar con chimichurri. Añadir al costado dos anchoítas de las que adornaban el vitel thoné. Acompañar con copitos de arroz con atún y arvejas. Servir frío.
1 comentario:
Muchas gracias por estas sugerencias. Como ocurre en estas reuniones, mi familia (en la que somos no más de seis) cocina para veinte y luego todo anda sobrando por todas partes; la mayonesa se pone translúcida; el pollo y el fiambre alemán se endurecen, y uno abre la heladera y no siente apetito. Tiene todos los manjares, tiene hambre, pero ya no quiere más de eso. Lo peor de todo esto es que uno no puede irse a la casa de una tía o abuela a comer, porque en sus heladeras pasa lo mismo que en la nuestra.
PD: la sensación que usted describe de alimentarse en horarios gastronómicamente subversivos, actitud que quita el vacío en el estómago pero que siempre nos deja con un estado entre indigestión y languidez, la estoy padeciendo precisamente esta semana, en la que ya perdí el rastro del horario de almuerzo o de cena.
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