Pasen y siéntense. Servilletas al cuello. Vasos Durax y mantel de plástico floreado. No esperen comida chatarra ni tampoco platos elaborados. A cambio, pueden meter la cuchara en la olla tantas veces como quieran. Hoy, polenta con pajaritos.
domingo, 5 de noviembre de 2006
Ya no respetan ni a los ancianos!
Hoy salí del trabajo a eso de las 17:30.Un calor terrible. Creo que fui dejando los pegotes de suela en la vereda, a medida que se iba derritiendo.Subí al 103 –hoy mi mujer se quedó con el auto- y estaba infestado de personas acaloradas y pegotosas.Después de estar todo el día parado y caminando de un lado para otro en el trabajo lo único que quería hacer era sentarme.Cuando el colectivo hubo recorrido unas cuarenta cuadras, delante de mío se bajó una señora. De un lado del asiento estaba yo y del otro un flaquito de unos quince años que calculo vendría del colegio.Cruzamos una mirada y le pregunté “te sentás?” ya dispuesto a asentar mis posaderas cuando dijera que no, como corresponde.El muy guacho dijo “sí” y me cagó el asiento. Habrase visto tan poco respeto hacia las personas mayores.Putié por lo bajo y seguí parado como un boludo.Al rato de nuevo. Vamos de nuevo, me dije.Le pregunté a un segundo muchachito: “te sentás?” e hice ademán de ir acercándome al asiento.“Ajá” me dijo el reverendo hijo de una gran siete.Hervía internamente y si no lo estrangulé fue por la gran cantidad de testigos.Pero, pensé, la tercera es la vencida, esto no puede durar para siempre.Dicho y hecho, la tercera es la vencida.Cuando se dio la oportunidad de un asiento vacío, miré a la vieja que tenía al otro lado de la butaca, y luego de un astuto intercambio de miradas me apuré a sentarme, sin preguntarle ni mierda.
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