A medida que el ambiente del bodegón va tomando clima, me veo forzado a explicarles qué cosas de las que a menudo hacen en este santuario nuestros comensales están mal vistas y cuáles otras son gratas y encomiables.
Es muy cuestionado traer la comida de su casa. Tenga en cuenta que vivimos de esto. Nadie lo obliga a venir, por lo que no está obligado a comprarnos alimento alguno. Pero eso sí, señor, señora, no nos dé un disgusto entrando con una cesta de vituallas para compartir con su nutrida familia. No ha faltado incluso el desubicado que nos saca los manteles de las mesas y los extiende sobre el piso para hacer su picnic bajo techo, a modo de manta para no ensuciarse.
En el otro extremo, nos resulta muy grato que si usted quiere una comida muy elaborada (de tortilla para arriba, digamos) acepte nuestra invitación y se la prepare usted mismo. Al fin de cuentas, hacemos esto por pura pasión, y no para cumplirle todos sus caprichos. Ahí está la batidora, por allá anda el horno y acullá los enseres de cocina. Dealé, meta nomás cuchara en el guiso y cocínese lo que más le gusta. Para favorecer la tendencia estamos planificando retirar el 70% de las mesas y reemplazarlas por mesadas de acero inoxidable dotadas de hornos y sets de cucharones y palotes.
Lo peor de lo peor es que usted se retire sin pagar. Es de muy mal gusto y no corresponde al nivel que pretendemos de nuestra selecta clientela. Además nos priva del placer de darles su merecido vuelto. Tengan presente que no hay frase más deseada por un mozo que “la cuenta, por favor”. Les pedimos amablemente que no traumen a nuestros fieles servidores.
Engrandece a una persona ser generosa con las propinas. Siempre busque que la pila de billetes (no sea out, no deje monedas) que conforma su propina sea vista incluso desde la mesa más lejana. Usted se sentirá un winner y despertará la envidia y admiración del resto de los asistentes. Cuanto más propina deje, más importante se sentirá. Para ayudarle a asegurar su imagen favorable, hemos quitado las mesas centrales, de tal forma que todas las mesas se vean desde todos los puntos del salón y su gesto no pase desapercibido. El único inconveniente es que las mesas se encuentran más alejadas que antes y deberá dejar algunos billetes extra para que se distinga su óbolo, lo cual no es problema para alguien pudiente como usted.
Por último, siempre recuerden que estas son sólo algunas de las reglas, nuestros comensales más experimentados seguramente podrán aportar algunos datos extras a los nuevos parroquianos, a quienes les deseamos que su estadía en Polenta con Pajaritos sea lo más in posible.
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