domingo, 4 de marzo de 2012

Bromatología

Hoy llegó el primer cliente de esta nueva era del restaurante.
Se, quedó parado apenas traspasó la puerta, mirando curiosamente a su alrededor.
Me acerqué sonriente a recibirlo.
-Buenas noches, caballero, ¿cómo está?
-Bien, bien -respondió- ¿es nuevo este local?
-En realidad no, pero acabamos de reabrir.
-Mmmh, mire usted - masculló mientras seguía observando.
-¿Va a usted a cenar?
-No, no, no. Soy inspector municipal, bromatología.
-Ah, ah, ah. Menos mal, porque justamente le iba a aclarar que acá no iba a poder, que esto no es un restaurante.
Me miró sorprendido.
-¿No?, ¿y entonces qué es esto?
-Eh, este, esto es... nuestro showroom. Eso: este es nuestro showroom.
-¿Showroom de qué?
-Showroom de muebles para restaurantes. Es obvio.
-Que raro. ¿Y por qué las mesas con manteles, platos y floreritos?
-Si, bueno, es para darle realismo, para darle una imagen más acabada. Igual las imágenes son meramente ilustrativas.
-¿Y aquello no es una cocina?
-¡Pero por favor, señor inspector! ¿Cómo va a ser una cocina?, no, no, no, está equivocado. Aquello es parte de nuestro departamento de calidad.
-¿Cómo?
-Claro, nosotros probamos las mesas, entonces necesariamente tenemos que simular sobre las mesas que cortamos comida, que pinchamos aceitunas, que derramamos vasos. En fin, nuestras mesas no salen de acá con menos de diez mil movimientos de corte a cuchillo, para asegurarnos que no se desvencijan al primer uso. En nuestro laboratorio, no cocina, en nuestro laboratorio preparamos algunos platos a fin de probar como se comportan nuestros muebles.
El Inspector asintió en silencio.
-Bueno, -se resignó- no tengo nada que hacer acá, entonces.
Justo en ese momento fijó su vista en algo que siguíó con su mirada.
-Eso, ¿fue una cucaracha?
-Si, a la más grande le puse Cuca.
Estalló en una carcajada.
Se despidió algo desilusionado y lo acompañé hacia la puerta, palmeándole la espalda.

martes, 28 de febrero de 2012

Qué difícil se me hace

Sucio.
Todo sucio.
No se dan una idea de lo que me costó -y me sigue costando- despegar la costra acumulada y endurecida luego de tantos meses.
Pero ya vamos terminando. O mejor dicho: voy terminando.
El problema es que me quedé temporalmente solo.
Con el Rata de vacaciones -tardará en volver, le debía 143 días hábiles de años anteriores- y Joselo desaparecido -en realidad me dijo que cuando termine yo de limpiar él volvía- no me quedó más remedio que hacerme cargo yo solo de este despelote.
Pero, al mal tiempo buena cara.
"Al mal tiempo buena cara", ajá.
No se que vena a significar esa frase. Literal no debe ser porque la última vez que le puse buena cara con sonrisa y todo al cielo durante una lluvia me cayó flor de gotón en el ojo que estuve el resto del día viendo turbio.
En fin, viscisitudes que sufrimos los empresarios del rubro gastronómico.
Bueno, viscisitudes, visicitudes, visisitudes, visiscitudes, vi...
Quilombos, bah.