Querido diario: este fin de semana me pasaron algunas cosas que me han marcado, de una manera u otra, digamos, en forma indeleble.
El sábado fui con uno de mis hermanos a ver un recital del Fito Paez.
Si, si, ya sé que a mi Fito mucho no me gusta. Bueno, en realidad, lo que no me gusta de Fito es lo último que ha hecho. Bueno, si, si, para qué voy a mentirte a vos, diario mío, lo que vino después de "El amor después del amor" no rescato mucho más que seis o siete temas sueltos.
En fin, la cuestión es que fuimos con la intención de no desperdiciar las dos entradas gratis que mi hermano había conseguido.
Cuando llegamos, iba por el segundo tema. "Zafamos", pensé, "un tema menos para escuchar".
Sin embargo, Paez me tapó la boca.
El show fue impecable y la selección de temas excelente.
Las versiones fueron insuperables y mis prejuicios quedaron destrozados por el piso.
Pero, amén del espectáculo (que reconozco volvería a ver gustoso) sucedió algo que me hizo saber que " yo había perdido la chispa".
Además de disfrutar de la música y de que Fito estaba haciendo un despliegue admirable (acompañado muy bien por Coki and The Killers Burritos como banda soporte) yo no podía dejar de ver a un Fito Paez laburante.
Un tipo que a ojos de fanático estaba dando un buen espectáculo, pero a ojos míos no era más que un tipo esforzándose por dar lo mejor de sí, a costa de estar atento a todo.
No pude en ningún momento dejar de percibir las miradas subrepticias con los músicos para coordinar los inicios y los arreglos, los movimientos del pie acomodando los cables y los equipos mientras tocaba, las incomodidades con su traje en algunos momentos y que disimulaba muy bien, la perfecta coordinación para que las cosas parezcan espontáneas, o sea, el laburo fino del tipo que a pesar de todo eso seguía embocándole a las teclas como si nada.
Ir a un recital y apreciar el trabajo de fondo, ver a los laburantes arriba del escenario en vez de ver a los artistas, es perder un poco la chispa. Afortunadamente nadie más parecía darse cuenta.
Bien por Fito, mal por mí.
Ayer fui a comprar pastas con mi sobrino.
Las dos señoras que estaban detrás del mostrador chiste va chiste viene entre ellas, me tiraron un par de piropos más que ingenuos y bien intencionados.
Al salir le dije a mi sobrino "mirá vos que loco lo de estas viejas, mierda, he caído dos escalones en la escala generacional".
El lo resumió en pocas palabras: "¿éstos son los momentos en que te sentís deprimido, no?".
Bien por los veinte años de mi sobrino, mal por mí.
Cruzando un par de palabras con una sobrina quinceañera, le pregunté por una pulsera que tenía puesta.
Resulta que era una pulsera que le pusieron para poder salir y entrar sin volver a pagar en un boliche al que había ido el día anterior.
Lo curioso es que no se refirió al boliche como "boliche" o algún sinónimo de éste, sino como "un lugar donde fui, que había baile, de noche, va la gente a bailar o tomar algo".
Digamos, me describió un boliche de la misma forma en que yo explicaría a mi abuela qué cosa es un MP4.
Mal por mi sobrina, espeluznantemente mal por mí.
Querido diario, ¿te molesta si a partir de hoy te llamo "Señor Juez"?
El sábado fui con uno de mis hermanos a ver un recital del Fito Paez.
Si, si, ya sé que a mi Fito mucho no me gusta. Bueno, en realidad, lo que no me gusta de Fito es lo último que ha hecho. Bueno, si, si, para qué voy a mentirte a vos, diario mío, lo que vino después de "El amor después del amor" no rescato mucho más que seis o siete temas sueltos.
En fin, la cuestión es que fuimos con la intención de no desperdiciar las dos entradas gratis que mi hermano había conseguido.
Cuando llegamos, iba por el segundo tema. "Zafamos", pensé, "un tema menos para escuchar".
Sin embargo, Paez me tapó la boca.
El show fue impecable y la selección de temas excelente.
Las versiones fueron insuperables y mis prejuicios quedaron destrozados por el piso.
Pero, amén del espectáculo (que reconozco volvería a ver gustoso) sucedió algo que me hizo saber que " yo había perdido la chispa".
Además de disfrutar de la música y de que Fito estaba haciendo un despliegue admirable (acompañado muy bien por Coki and The Killers Burritos como banda soporte) yo no podía dejar de ver a un Fito Paez laburante.
Un tipo que a ojos de fanático estaba dando un buen espectáculo, pero a ojos míos no era más que un tipo esforzándose por dar lo mejor de sí, a costa de estar atento a todo.
No pude en ningún momento dejar de percibir las miradas subrepticias con los músicos para coordinar los inicios y los arreglos, los movimientos del pie acomodando los cables y los equipos mientras tocaba, las incomodidades con su traje en algunos momentos y que disimulaba muy bien, la perfecta coordinación para que las cosas parezcan espontáneas, o sea, el laburo fino del tipo que a pesar de todo eso seguía embocándole a las teclas como si nada.
Ir a un recital y apreciar el trabajo de fondo, ver a los laburantes arriba del escenario en vez de ver a los artistas, es perder un poco la chispa. Afortunadamente nadie más parecía darse cuenta.
Bien por Fito, mal por mí.
Ayer fui a comprar pastas con mi sobrino.
Las dos señoras que estaban detrás del mostrador chiste va chiste viene entre ellas, me tiraron un par de piropos más que ingenuos y bien intencionados.
Al salir le dije a mi sobrino "mirá vos que loco lo de estas viejas, mierda, he caído dos escalones en la escala generacional".
El lo resumió en pocas palabras: "¿éstos son los momentos en que te sentís deprimido, no?".
Bien por los veinte años de mi sobrino, mal por mí.
Cruzando un par de palabras con una sobrina quinceañera, le pregunté por una pulsera que tenía puesta.
Resulta que era una pulsera que le pusieron para poder salir y entrar sin volver a pagar en un boliche al que había ido el día anterior.
Lo curioso es que no se refirió al boliche como "boliche" o algún sinónimo de éste, sino como "un lugar donde fui, que había baile, de noche, va la gente a bailar o tomar algo".
Digamos, me describió un boliche de la misma forma en que yo explicaría a mi abuela qué cosa es un MP4.
Mal por mi sobrina, espeluznantemente mal por mí.
Querido diario, ¿te molesta si a partir de hoy te llamo "Señor Juez"?
No le diga Sr. Juez, el diario no lo va a juzgar.
ResponderEliminar¿Usted dice?
ResponderEliminarMi diario no sólo me juzga, sino que encima tiene prejuicios bien formados.
Pero no es su culpa: ¡yo también le cuento cada cosa!
Bug no le entendí mucho la idea disculpemé estoy dormida.
ResponderEliminarEn algo estoy en desacuerdo: ¡Bien por usted! Lo único que falta es tener que pedir permiso para sentir como uno siente.
Si no te gusta Páez no ibas a esperar algo bueno de él ¿te sorprendió bien?, mejor.
Lo mismo en los otros dos casos.
señor! uno tiene la edad que tiene, claro se lo digo yo, que mis sobrinos tienes 1 y 2 años respectivamente... cuando tengan 20 años le cuento
ResponderEliminarsaludos!!!
e.-
COnténtese ud. Bug que al menos, aunque le estén dando exhaustivas explicaciones para describir algo que ud. en verdad conoce (o al menos conocía hace un siglo jeje), por lo menos logra entender de lo que se trata. Hay casos en los que uno no logra entender de qué carajo le hablan los quinceañeros, cuando en realidad es algo que conoce, y ahí sí se siente muy desorbitado, desubicado, fuera de training, fuera de moda, y VIEJO. Sí, esa es la palabra que resume las confesiones que le hace a su diario: VIEJO jaja.
ResponderEliminarRespecto al recital, yo me siento igual cuando presto atención a esas cosas en las obras de teatro o los shows de cualquier cosa. Es como una enfermedad, uno empieza a ver "los hilos" de todo. Y es un embole. Pero bueno, tan en el horno no está ya que pudo contra sus prejuicios y valoró el arte de este buen señor.
:)
Saludos Bug, gracias por compartir sus experiencias de fin de semana.
Pd, tiene uno o dos errores de tipeo o distracción en el primer relato. Perdone la intromisión, pero yo me enojo mucho cuando tres meses después los noto en mi blog y nadie me ha avisado.Besos muchos.
seir, despediciar
ResponderEliminarse los comento así no pasa trabajo buscando.
Mafaldita, todo se resumen en cinco palabras: "antes, ésto, no me pasaba".
ResponderEliminarEse es el problema, Mar en Coche, precisamente: la edad que uno tiene es justo justo la que tiene uno.
Vachi, gracias por el aliento. Sobre todo porque a veces me siento en mis últimos alientos.
Y gracias por la corrección.
Ya mismo lo enmiendo.
no entiendo bien por qué debería deprimirlo el ser objeto sexual de una mujer mayor...
ResponderEliminarGabrielaa, yo no me deprimo.
ResponderEliminarNo ponga en boca mía palabras de mi sobrino.
Además: ¿objeto sexual?, ¿alguien puede mantener un mínimo sex appeal mientras pide "un kilo de fideos yemita, por favor"?
Con este post (y no es excluyente) me cagué de risa.
ResponderEliminarBien por vos, mal por mí...
unServidor, ¡qué feo reirse de mis problemas tan descaradamente!
ResponderEliminarHabiendo tanta gente de la que nos podríamos reir juntos...
Pues aqui amamos a Fito, sus concierto fueron espontaneos y no tuvo que coordinar nada en este pais donde reina la mediocridad. Derramo espontaneidad, ingenio, ternura y desfachatez. Sencillamente genial !!!
ResponderEliminar¿De dónde sos Franfel?
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