Ayer soñé que era el Hombre Araña.
Pero no era un hombre araña heróico, era un hombre araña decadente, un spiderman de barrio.
En realidad no "era" el Hombre Araña, "trabajaba" de Hombre Araña.
En el sueño no estaba aclarado debidamente -como suele suceder en los episodios oníricos- pero es como que en cada ciudad debía haber un hombre araña para sacar de apuro a la gente. Yo era el hombre araña de mi barrio.
Ser hombre araña en mi barrio es feo.
Los poderes no eran completos y en todo caso el barrio no ayudaba.
Recuerdo que quise trepar por una pared para treparme a una terraza y si bien mis manos se aferraban con precisión, por la precariedad de las viviendas me quedaba con pedazos de reboque desprendido pegados a mis manos o con descascarados de pintura a la cal que dificultaban el ascenso, tornándolo imposible.
Afortunadamente, mi barrio lo más parecido a un rascacielos tiene dos plantas, así que esa dificultad para trepar la arreglaba con un salto esforzado por el escaso estado atlético. Eso sí, con tan poca altura, pendular de la telaraña es impracticable, amén de los cables que cruzan las calles de vereda a vereda.
En un momento, estuve al lado de una señora a quien le pedía una aguja o alfiler para destapar el agujerito por donde sale la telaraña: "no sale nada, se me tapó como el sapito del auto, el que tira agua en el parabrisas, si tiene un alfiler a lo mejor lo destapo", recuerdo vagamente haber argumentado.
No tuve enfrentamientos importantes, a excepción del encuentro con un malhechor que operaba desde un galpón donde hacían mantenimiento a colectivos de larga distancia. El villano estaba vestido con un mameluco azul y cubierto de grasa. Recuerdo haberme escondido y quedarme quieto hasta que me vio, momento en el cual salí disparando cual gato mojado y sin mirar hacia atrás.
Me puse a salvo, pero la transpiración y la adrenalina hacían que el traje me picara como si fuera de arpillera, que es más o menos de lo que era.
Un sueño deplorable, decadente e incómodo.
A los que se lo conté, les di lástima y terminaron por decirme "¡qué boludo!, ¿cómo vas a soñar eso?".
Tienen razón.
En esas circunstancias barriales, es preferible soñar que se es botellero, almacenero o recolector de residuos.
Alguien ya se te adelantó con ese tipo de sueños, hizo un guión y filmaron una peli llamada Hanckoc con Will Smith.
ResponderEliminar¡No me digas!
ResponderEliminarNo vi Hanckoc.
Voy a ver si puedo soñarla esta noche.
Ahora voy atando cabos. La semana pasada tuve un sueño peor. Por alguna razón, me encontraba en mi barrio, sosteniendo afanosamente un alfiler y una aguja, pero no podía entender para qué demonios o en espera de qué cornos. Si entiendo bien lo que me sucedió en ese sueño, me soñé en un barrio equivocado, a la hora equivocada.
ResponderEliminarY si eso no es una bosta peor en materia de sueños...
Yo soñé que era Aquaman, pero todos los forajidos seguían cometiendo sus delitos sobre la superficie terrestre, con lo cual estaba muy aburrido. Así que me eché a dormir, y al levantarme era ¡un blogger!
ResponderEliminarOtra que Kafka...
Olvidé decirlo: este post me requeterrecontragustó.
ResponderEliminarAh, y otra cosa...
ResponderEliminarUy, me olvidé.
¡Ah, sí! Ya me acordé.
ResponderEliminarUn laburito podía conseguirse, vea.
Listo, era eso.
ResponderEliminarCurupisa, ¿era usted?
ResponderEliminarunServidor, usted no es Aquaman.
Usted es un pescado.
Y mire que me animo a decírselo porque es un amigo.
Y además es usted un atrevido... ¡mire que sugerirme trabajar!
Mis sueños con superhéroes sólo se dan con Popeye.
ResponderEliminarLa realidad de mi fantasía es bien triste.