Cada uno está en lo suyo y la atención a cada una de las partes -es decir, nuestras cuestiones individuales- hacen que la suma de ellas hagan un todo descuidado.
Yo estoy con la cabeza puesta en mis ensayos y en prepararme sicológicamente para el momento en que me suba al escenario y me olvide la letra o entre a destiempo, el Rata volvió a su viejo amor (vender almanaques viejos en los colectivos), Toni está con el asunto de las fiestas y el negocio de catering en forma particular y Joselo dice que la venta de estéreos robados sigue en aumento y parece no tener techo.
El tema es que así no va la cosa.
Sabemos que es una etapa ineludible en la vida de cualquier grupo esta cuestión de alejamiento (le pasó a los Beatles, mirá si no nos va a pasar a nosotros) y posteriores encuentros, pero es cierto que si perdemos la clientela en forma definitiva no remontamos más el restaurante.
Así que decidimos (tantas manchas tiene el tigre) jugarnos una vez más por la publicidad.
Y tratándose de publicidad, ¿qué publicidad es más redituable que la aniquila a la competencia?
Así que salimos por el barrio a hacer una investigación de mercado.
Es sabido que quien más se está llevando nuestra clientela es el comedor "Los ruleros de la abuela", que está a la vuelta del nuestro.
Fuimos a comer ahí, disfrazados para que no nos reconozcan.
Yo me puse un gabán largo, lentes oscuros y bigotes postizos. Joselo se vistió de oscuro y pasamontañas, o sea con su uniforme del negocio de los pasacassettes y el Rata se pintó la cara de blanco y fue vestido de mimo. Joselo no pudo ir porque ese día tenía que preparar un locro para un cumpleaños de quince.
La verdad es que la comida estaba buena, por ahí no teníamos donde pegarle.
Sin embargo, pingüino de tinto de la casa de por medio, se nos ocurrió una fantástica idea a partir de un detalle menor: en el comedor tienen todo el tiempo sintonizada "Cumbia al Palo", una estación radial del barrio que es muy popular en la zona porque de chisme en chisme te va enterando de lo que les pasa a los vecinos.
Se nos ocurrió un plan maquiavélico.
¡Teníamos que hacer publicidad en dicha radio!
Así que pautamos una serie de avisos en la emisora y lo pusimos en práctica algunos días.
Sabemos que no se puede hablar mal de la competencia en forma directa, pero le encontramos la vuelta para hacerlo.
Los primeros días, salieron los siguientes avisos:
El aviso fue una bomba.
A los tres días, en Los Ruleros de la Abuela dejaron de sintonizar la radio y se pasaron a otra estación.
Obviamente, también pautamos allí.
Anímicamente, destrozamos a la competencia.
Se hizo más complejo continuar el juego, porque empezaron a rotar las radios y sintonizaban distintas emisoras en distintos momentos.
Si bien se nos hizo casi imposible seguirles el ritmo (Joselo decía que seguirlos era como soñar un número y jugarlo en todas las quinielas en todos los horario y en todos los países) el pandemonium auditivo al que sometían a sus clientes les hizo perder parroquianos e identidad.
Polenta empezó a repuntar rápidamente.
Esperemos que en envión anímico nos ayude a seguir despegando.
Ahora estamos preparando unas publicidades muy lindas para destrozar a McDonald's, a la cadena Il Gatto y a los fastfood con que nos atosigan algunos supermercados.
Yo estoy con la cabeza puesta en mis ensayos y en prepararme sicológicamente para el momento en que me suba al escenario y me olvide la letra o entre a destiempo, el Rata volvió a su viejo amor (vender almanaques viejos en los colectivos), Toni está con el asunto de las fiestas y el negocio de catering en forma particular y Joselo dice que la venta de estéreos robados sigue en aumento y parece no tener techo.
El tema es que así no va la cosa.
Sabemos que es una etapa ineludible en la vida de cualquier grupo esta cuestión de alejamiento (le pasó a los Beatles, mirá si no nos va a pasar a nosotros) y posteriores encuentros, pero es cierto que si perdemos la clientela en forma definitiva no remontamos más el restaurante.
Así que decidimos (tantas manchas tiene el tigre) jugarnos una vez más por la publicidad.
Y tratándose de publicidad, ¿qué publicidad es más redituable que la aniquila a la competencia?
Así que salimos por el barrio a hacer una investigación de mercado.
Es sabido que quien más se está llevando nuestra clientela es el comedor "Los ruleros de la abuela", que está a la vuelta del nuestro.
Fuimos a comer ahí, disfrazados para que no nos reconozcan.
Yo me puse un gabán largo, lentes oscuros y bigotes postizos. Joselo se vistió de oscuro y pasamontañas, o sea con su uniforme del negocio de los pasacassettes y el Rata se pintó la cara de blanco y fue vestido de mimo. Joselo no pudo ir porque ese día tenía que preparar un locro para un cumpleaños de quince.
La verdad es que la comida estaba buena, por ahí no teníamos donde pegarle.
Sin embargo, pingüino de tinto de la casa de por medio, se nos ocurrió una fantástica idea a partir de un detalle menor: en el comedor tienen todo el tiempo sintonizada "Cumbia al Palo", una estación radial del barrio que es muy popular en la zona porque de chisme en chisme te va enterando de lo que les pasa a los vecinos.
Se nos ocurrió un plan maquiavélico.
¡Teníamos que hacer publicidad en dicha radio!
Así que pautamos una serie de avisos en la emisora y lo pusimos en práctica algunos días.
Sabemos que no se puede hablar mal de la competencia en forma directa, pero le encontramos la vuelta para hacerlo.
Los primeros días, salieron los siguientes avisos:
"¿Está comiendo en un lugar donde el menú del día es puchero a la española y los vasos son de vidrio celeste?, si, si, ahí mismo, donde están los mozos con cara de estupefacción escuchando este aviso, bueno, queremos que sepa que en este momento el cocinero se está rascando el culo en la cocina... tal como oyó, señora, señor. Levántese inmediatamente y venga a nuestro restaurante, Polenta con Pajaritos, donde los cocineros no se rascan el culo y si lo hicieran usarían guantes descartables."
El aviso fue una bomba.
A los tres días, en Los Ruleros de la Abuela dejaron de sintonizar la radio y se pasaron a otra estación.
Obviamente, también pautamos allí.
"Fíjese a su alrededor. ¿Ve una chopera vieja, de adorno en el mostrador?, ¿si?, ¿uno de los mozos tiene bigotito y otro un peluquín amarillo?, ¡ajá!, entonces está comiendo la mejor carne de perro del mundo. No sea pelandrún, salga corriendo y venga a Polenta con Parajitos, donde no tendremos la mejor carne pero le garantizamos que es de vaca."
Anímicamente, destrozamos a la competencia.
Se hizo más complejo continuar el juego, porque empezaron a rotar las radios y sintonizaban distintas emisoras en distintos momentos.
Si bien se nos hizo casi imposible seguirles el ritmo (Joselo decía que seguirlos era como soñar un número y jugarlo en todas las quinielas en todos los horario y en todos los países) el pandemonium auditivo al que sometían a sus clientes les hizo perder parroquianos e identidad.
Polenta empezó a repuntar rápidamente.
Esperemos que en envión anímico nos ayude a seguir despegando.
Ahora estamos preparando unas publicidades muy lindas para destrozar a McDonald's, a la cadena Il Gatto y a los fastfood con que nos atosigan algunos supermercados.
Avise cuando ande por Córdoba dando cátedras de marketing y publicidad, The Bug. Voy seguro!
ResponderEliminarGurisa, consígase al menos cuarenta personas más como para que solventen los gastos y armamos un cursito.
ResponderEliminarOjo que como coordinadora se llevaría sus buenos pesos.