sábado, 30 de septiembre de 2006

Feliz aniversario

Como no tengo ni pa' pasacalles y en definitiva este blog es mío, mío y mío, puedo publicar aquí lo que quiera y al que no le gusta, lola.
Lidia, ¡feliz aniversario!. Me gusta mucho haber pasado tantos años juntos; espero que me soportes por muchos más.

viernes, 29 de septiembre de 2006

Nuevas tendencias en el mercado laboral

La forma en que están cambiando desde hace años las costumbres consumistas de los pueblos, el auge de las nuevas tecnologías y los profundos giros en las relaciones humanas (sobre todo en los conceptos de familia, sexualidad y confort) han traido aparejado un quiebre importante en la oferta y demanda laboral.
Los trabajadores cada vez más van mutando (no me animo a escribir evolucionando) desde la dependencia patronal hacia proyectos freelance o independientes.
Incluso muchos de los que ahora están "bajo patrón" lo están en forma indirecta: es común que los trabajadores facturen por sus servicios o bien se encuentren bajo régimen de contratos eventuales y transitorios.
Para decirlo explícitamente: los clásicos oficios y profesiones se están yendo al carajo.
¿Qué quedó de aquel puesto honroso de Diseñador de Boletos de Colectivo?
El arte de diseñar los viejos boletos de colectivo, con sus franjas de colores y tonalidades, que uno apreciaba aún cuando lo que importaba fuera la obtención del codiciado boleto capicúa, murió a manos de los cospeles y las tarjetas magnéticas sin tener aunque más no sea un partido homenaje.
Incluso oficios relativamente nuevos caducaron y tuvieron un ocaso prematuro, como niños internados en un geriátrico.
Es el caso del Rebobinador de Cintas VHS, que supieron ver su gloria durante el auge de las tiendas de videos pero que fueron masacrados a mano del Pulidor de Superficie, con esta nueva moda de los DVD.
Innumerables oficios decantaron en el olvido y vieron la luz nuevas modalidades, mal que pese reconocerlo rayano a lo supérfluo (no tengo la menor idea si es correcta la utilización de los términos anteriores, pero tienen buena cadencia, así que opté por dejarlos).
A modo de ejemplo enumeraré algunos casos, con la esperanza de que alguno de ustedes me ayude a ampliar la lista. Como verán, parte de los nuevos estudios y profesiones deben ser expresadas en inglés, en un vacuo intento por darle a las mismas mayor durabilidad, lo cual dudo íntimamente.

RTDJ (er-ti-di-yei)
Como una evolución de los viejos diskjockeys o menos viejos pero no tanto DJs actuales, aparece el RTDJ (ringtones DJ) que no es más ni menos que un musicalizador de tonos para celulares. Trabajador anónimo, de difícil trascendencia en los personal, se comporta como un voyeur musical, alimentando su amor propio en secreto cuando escucha uno de sus éxitos sonar en el celular ajeno.
Locker traseure searcher (buscador de tesoros de lockers)
El la mayoría de los supermercados se ha reemplazado el clásico bolsero, lugar donde las viejas del barrio dejaban en custodia sus bolsos de hacer los mandados y sus changuitos domésticos (si esos que se parecen a las mochilas con rueditas que ahora llevan los chicos a las escuelas en vez del añejo portafolios), por cajas metálicas con puertas que funcionan si uno les coloca una moneda de un peso en la ranura.
Este nuevo oficio, pariente cercano de los buscadores de metales en las playas, se basa en técnicas de búsqueda y distracción que apuntan a que la gente olvide retirar su moneda cuando retira su bolso y de esta forma hacerse del redondo trofeo.
Cyber Copilot (copiloto de cyber)
Este puesto se emparenta con los copilotos de carreras de rally y otras donde el conductor principal no puede estar atentos a los detalles y debe delegar en alguien de confianza la concentración en ciertas partes inherentes a la conducción.
En los cyber actuales, con toda esta moda de la competencia, todo jugador que se precie tarde o temprano debe caer en la contratación de un cyber copilot profesional. La función de este es clara: en los momentos de mayor tensión del juego, alguien con la cabeza fría debe estar siempre atento a detectar enemigos, puntos de vida, bonus, trampas tendidas y demás particularidades que al jugador principal, dominado por la adrenalina en las grandes maniobras, puedan pasarles desapercibidas.
No hablaremos de otro oficio creciente como es el Editor de Blogs por dos razones: por un lado no quiero alentar la competencia; y dos, no hago aportes jubilatorios por esta actividad y temo un feroz despliegue de los inspectores recaudadores.

Save the W.A.L.E.S.

Desde hace unos meses en el trabajo venimos trayendo a colación el tema de los charlatanes que ocultan el árbol de la brutez con un bosque de siglas. Puntualmente solemos hablar del lenguaje pseudo informático, pero creo que se aplica con amplitud al resto –o gran parte- de las relaciones humanas.Particularmente en el área informática hay una gran afluencia de siglas adicionalmente a la extensa cantidad de palabras que haría falta castellanizar para prescindir de su correspondiente inglés –incluso un elevado porcentaje se incorporó al habla corriente sin variaciones del idioma original- y que casi todo admite el empleo de siglas.El inglés en este caso influye mucho porque aporta una importante carga de consonantes que luego se transforman en siglas. Uno de los primeros casos emblemáticos que recuerdo, allá por los albores de los modos gráficos en D.O.S. (ups!, una sigla), es el término wysiwyg para definir aquellas cosas que en la pantalla se veían de forma similar a la salida impresa ("what you see is what you get": lo que ves es lo que tienes). Adicionalmente, para acrecentar la confusión –escudo de los innorantes o icnorantes, como quieran llamarlos- se utilizan siglas en inglés para términos que suelen expresarse en castellano, con lo cual se complica la deducción de los significados de las siglas.Nadie nomencla como DR el disco rígido sino que pasa a ser un HD. La sigla CPU prevalece sobre la más lógica UCP. En el caso del sistema operativo, OS le saca varios cuerpos a SO.Y hasta ahí no nos metimos realmente en tema: DDR, CDR-R/W; SQL, XP, ATX, GFX, PCI, VB, FTP y otras yerbas nos llevan a un fascinante mundo de desconcierto.Noten que en la sarta de siglas que acabo de expulsar se contabilizan apenas dos vocales entre un mar de consonantes, lo cual convierte cualquier conversación en algo similar una especie de lenguaje gutural pero pronunciado con la boca llena de lupines.Y esto es un arma mortal para aquellos que piensan que corazón que no ve, corazón que no siente y oído que no entiende, interlocutor que no discute. Y quien no piensa, trata de que el oído no entienda, y para que están las siglas si no están para eso.Por eso yo, antes que el DTEV me umbligue el CCPR, me ratifundio por el TREPS.Ah!, no hagan como yo y pierdan doscientos cincuenta años tratando infructuosamente de resolver el cubo mágico (si en vuestra época no existía tal cosa, por favor sigan dedicándose a entrenar vuestros pókemon y eviten todo tipo de comentarios, gilipollas!). Directamente entren a la página de Juan Roure y vean como se hace...

viernes, 22 de septiembre de 2006

Chabombas y zolcilloncas

Ah, las viejas épocas y las viejas modas (suspiro).Hoy salí del trabajo a eso de las 17:30. Uniformado con la clásica camisa y pantalón de vestir, me encaminé rumbo a la parada del bóndibus.Parado en la esquina, una vez arribado a la misma, me dediqué a matar el tiempo mirando descuidadamente a todo transeúnte que osara cruzárseme en el camino.Me cansé de ver bombachas y calzoncillos.No es que haya obtenido el don de la visión de rayos láser cual Superman del subdesarrollo, sino que no hay tipo o mina que no ande con los paños menores colgando.Esta de moda, vio.Se ve que este verano pega mucho (es decir está re in y ultra cool) pero yo no puedo hacer lo mismo porque ando siempre con los elásticos estirados.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Añoranzas futboleras

Ayer, durante una cena, estuve charlando y rememorando la época en que jugaba asiduamente al fútbol. Confieso que fue como hablar de una vida pasada.Mi apogeo futbolístico fue entre mis 17 y 22 años de edad, etapa en la que soía jugar partidos día por medio.Por esos años, si bien nunca fui un jugador descollante, al menos podía acompañar algunas jugadas y zafar bastante. El antes y el después de este período no merece otro análisis que el que concluye con la palabra "tronco". Esta palabra ya la venía escuchando desde antes de mi retiro definitivo -que tuvo lugar allá por mis 24 años en la Liga Baigorriense- y me sigue acompañando hasta el presente, en una humillante marca personal ineludible.De chico mi viejo me llevaba a jugar a la pelota, supongo que con la ilusión de que al menos me divirtiera. El precio de su sacrificio fue el llegar medio equipo en auto de una punta a la otra de Rosario y llevar a casa para lavar las camisetas de todo el equipo.Me acuerdo que jugaba de cuatro, aunque soy zurdo. Total, como no tocaba una pelota ni para sacar los laterales, quien se iba a dar cuenta con que pie pateaba. Además, para esa época aplicaba la misma teoría que aplico cuando elijo la pechuga del pollo sobre otras presas durante una comida: es más fácil ligar un buen pedazo cuando comés lo que por lo general no prefieran los otros. Y en la posición de cuatro estaba el hueco en el equipo, de otra forma hubiera sido el suplente de alguno de los suplentes.Me esfuerzo y no puedo traer a mi mente algún momento en que robara alguna pelota o cortara algún ataque. Al menos un ataque visitante, ya que los propios recuerdo haber desbaratado varios. Esta situación me obligó a desarrollar un estado atlético excelente, debido a que compensaba estos errores corriendo desaforadamente, sobre todo al finalizar los partidos cuando me buscaban mis compañeros.El equipo completo era un fiasco. Una vez, creo, no salimos último en un torneo.Nuestro momento de gloria fue empatarle al puntero del momento. En toda mi carrera futbolística en cancha de siete sólo hice tres goles y todos fueron en ese partido, de local. Me acuerdo que jugábamos contra un equipo de la zona sur. No se que carajo le había pasado al tipo que debía trasladar al equipo contrario pero no llegó sino hasta el inicio del segundo tiempo. En resumen, arrancamos el partido siendo siete contra cuatro. Al final de la primer mitad, le íbamos ganando por cinco a cero, con los tres goles míos que ya les he mencionado (en uno me rebotó la pelota en el cuerpo y entró, otro con arco sólo,sin arquero y bien de frente logré un palo y gol y el tercero fue de cabeza, de pedo, con los ojos cerrados y confieso que sin querer, ya que ni salté y sólo cerré los ojos del cagazo). El segundo tiempo, ya siete contra siete, nos pegaron una paliza bárbara y nos empataron. No nos ganaron gracias a un remate fortísimo que asustó a nuestro arquero, que se dio vuelta, le pegó en el cuerpo y la desvió con el culo.Ese es mi historial de la infancia, casi casi un prontuario, podría decirse.Hasta mi incursión en la Liga Baigorriense nunca más volví a jugar formalmente en un club.De hecho mi mejor época fue en equipitos de barrio, de esos que salías a jugar contra otra zona y si eras visitante te sacaban corriendo a cascotazos cuando ibas ganando.A diferencia de la mayoría de los jugadores, que podían leer las jugadas y anticipar a los contrarios, yo apenas si deletreaba un pedazito del partido, futbolísticamente analfabeto. Lo más que yo podía anticipar era el resultado: perdido inexorablemente por goleada.Hay quien lleva la pelota atada en cada jugada. Yo llevaba la pelota, a secas; si no no jugaba ni de lineman.Debo reconocer, sin embargo, que siempre me vi rodeado de los mejores jugadores. Es que yo era el que jugaba con los buenos para equilibrar un poco el partido. En el pan y queso yo venía a ser la pielcita de la mortadela.Hoy, no logro recuperarme de las serias lesiones sicológicas que tanta acumulación de frustraciones me ha producido. El día de hoy me invitan a jugar pero no voy, excepto que sea con amigos. Es que mi estado atlético ya no es el de antes. No sabría como huir una vez terminado el partido.

domingo, 17 de septiembre de 2006

Falklands for sale!

17 de octubre.Instintivamente, por la obviedad de la fecha, tiré en Altavista la frase “combatiendo al capital”, para ver si un simple buscador me llevaba a un sitio mejor que el que nos ha llevado esta frase al país entero.Enganché un link a El Sitio Peronista.Precisamente ahí dentro, tienen en la sección enlaces, un vínculo a una página llamada Islas Malvinas Argentinas .Hago clic en el acceso y puf! me aparece el título “El dominio malvinas.com está en venta”. Insidiosa causalidad.Me cago en el sitio peronista, apago la PC, me doy una ducha y me voy al trabajo.

Todo pasado fue mejor

Leía el diario de hoy, por internet nomás, mirá que vamos a desembolsar unas moneditas en metálico, y me encontré con una interesante carta de un lector.En la misma, el lectoescriba se queja de una propuesta (no confirmada por mis medios, sin objeciones a su veracidad) mediante la cual se busca cambiar la fisonomía del barrio Pichincha, arrasando con la historia edilicia de dicho enclave rosarino.Visto de esa forma, aplaudo su postura y la comparto.He hecho hace muchos años una recorrida guiada por el barrio y hay lugares históricos, invisibles para el ciudadano desprevenido, donde se respiran aires de 1900. Rincones fabulosos, historias impregnadas de conventillo, tango y trasnoches asaltan a todo aquel que se anime a caminar despreocupada pero atentamente sus calles.Propone una muy buena idea: restaurar una línea de tranvía que ayude a rememorar aquellas épocas, entre otras buenas sugerencias.Conozco muy superficialmente San Telmo, en Capital, y me encantó. No veo motivos por los que Pichincha no pueda ser nuestra San Telmo rosarina.Sin embargo -y quizás saque las cosas de contexto, por lo que les dejo el vínculo a la carta original para que la consulten y todos contentos- no comparto algunos de los motivos por los que hace público su reclamo.Propone que "mediante la participación ciudadana, se pueda rememorar la época de la mafia y la prostitución". ¿Cómo sería eso?. No es que no me lo imagine, pero quiero primero saber que papelito me toca, parece un reparto medio jodido.También propone una redada policial al estilo de la época, pero gracias, yo paso.Si vamos a rescatar algo de Pichincha, no comparto venerar esa faceta.Además de los muchos que gozaron de la sana diversión de aquel entonces en Pichincha, hubo muchos para los que no fue ni tan sana ni tan divertida. Mujeres cautivas, explotadas, sin futuro eran moneda corriente. Asesinatos y ajustes de cuentas fueron el pan nuestro de cada noche.Policias, políticos, empresarios: la corrupción no nacío en Rosario, pero tomaba la mamadera en Pichincha.¿Por qué vanagloriarse de eso? Y no la voy de moralista ni de pacato, simplemente me parece que son muchos los límites que se excedieron por esos años.Si vamos a aprovechar el patrimonio histórico para recrear teatros, cabarets inclusive, tanguerías y museos-conventillo, me parece bien. Pero rememorar la prostitución (muchas veces no consentida) y la mafia... veo mucha diferencia.No obstante, les dejo unas propuestas para las décadas venideras. ¿Por qué esperar un siglo antes de ponerse a reflotar las cosas?. Aprovechemos ahora y habrá menos que reconstruir después.Propondríamos en el 2095:Corriditas por barrio Las FloresReflotemos aquellos años en los que nacía el siglo, épocas gloriosas de bufosos y navajas, años donde las zapatillas nunca llegaban a gastar su suela en el pie de su dueño, cambiando de mano en mano al ritmo de un arma blanca. Salidas grupales los fines de semana desde las 20 horas. Entrada libre y gratuita, salida sólo con peaje.Safari en la jungla de cemento¿Es amante de los deportes de riesgo? El safari urbano es para usted, deporte que llega de memorables tiempos que desgraciadamente ya no volverán.Disfrute de la adrenalina con la caza mayor. Esté atento a los mayores peligros que acechan ocultos detrás de árboles y tapiales. Alquile un taxi y recorra las calles de la ciudad.Le brindamos el único safari donde la presa es usted.La plaza rojaNo se deje engañar por las luces de Pichincha, con sus fast-food, cines y salones de spá que el gobierno consiguió instalar recientemente.Venga a la plaza seca, la clásica, la de Mitre e Ituzaingo.Acá si que se vive la noche.Los vecinos nos regalan con su esfuerzo una de las más gloriosas épocas de la ciudad, evitando de esta forma que se pierda para siempre el contorno de lo que fue la más famosa zona roja de Rosario.En una labor actoral de antología, verá como los frentistas de ese barrio alternan con los turistas que llegan desde todas partes del mundo para conocer esta maravillosa recreación.Venga, no sea tímido, bombón, que acá mi amigo, el de la ochava, le va a enseñar.Hablando de todo un poco, imperdible esta página donde nos enseñan como curar el mal de ojo.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Algo suena a hueco en el lenguaje

No bastan ya los Biff! Pum! Crash! Screeeeee! que suelen representar, junto a una amplia gama de vocablos, aquellos sonidos que en realidad no pueden ser escritos.
Uno debe imaginarse la verdadera onda sonora que los origina, aquella que retumbó en la cabeza de aquel que en un golpe de inspiración la tradujo lo mejor que pudo a letras concatenadas.
Me refiero ni más ni menos que a las onomatopeyas. Las hay tontas y complejas, las ciertas y refutables.
Por ejemplo, no conozco chanchos que hagan oink, autos que suenen bruuummm, revólveres que se oigan como pum ni balas que reboten como ping contra un objeto de metal. Cuanto menos son simples e imperfectos.
Hay otros, como crash, shhhhh, toc toc y riiiing entre otros, que por si mismo evocan la situación que los provoca y poseen una riqueza tonal que los hace valer por sí mismos.
Sin embargo, hay un hueco importante en el lenguaje actual que no ha sabido o podido incorporar nuevas onomatopeyas para representar aquellos sonidos que devienen de las nuevas tecnologías.
Así como muchos científicos han pasado a la historia por nombrar y describir elementos químicos que no fueron descubiertos o creados hasta mucho tiempo después, tan sólo habiendo anticipado su existencia, tal vez pueda anotarme un poroto en la carrera de la evolución del lenguaje humano acuñando un término para estas expresiones que aún permanecen inexpugnablemente fuera del alcance de los tenaces lingüistas.
Me refiero ni más ni menos a las tecnomatopeyas.
Las tecnomatopeyas, de las cuales aún no he escuchado una, entrarán prontamente en nuestras vidas. Es innegable que están por llegar, casi pueden olerse.
Tal vez puedan ustedes entrar por la puerta grande de la humanidad o por lo menos ganarse una entrada en la Wikipedia si pueden poner en mano de los hombres la justa combinación de letras que describen el agonizar de un disco rígido cuando se apaga una PC, el crujido de las cada vez más obsoletas disketteras cuando leen un archivo, el clásico sonido de un microondas irradiando material orgánico, el indefinible sonido del velcro cuando se separa de su parte opuesta, el molesto zumbido de la parte trasera de algunos monitores combinado con el producido por los ventiladores de las fuentes de las computadoras o el sordo ruido del silencio cuando nos damos cuenta de que gozamos de unos buenos y saludables cinco minutos libres de toda tecnología.

Aventuras en la jungla

Ayer me puse a cortar el pasto del fondo de casa.Al poco de empezar, empecé a descubrir un mundo nuevo.A partir del primer metro ganado a la muralla verde, descubrí algunos senderos ocultos por las frondosidades pásticas que explican al menos en parte las desapariciones de dos o tres días de los animales domésticos de mi mujer e hija. No me cabe duda que son los perros quienes utilizan estas vías debido a los huesos y pequeñas porciones de alimento que dejan en el camino, casi con seguridad para no equivocar el trayecto de regreso.Para facilitar el paso de la cortadora, retomé la deforestación pasando la máquina a uno de los lados de un sendero, ganando en forma lenta pero segura algunos centímetros al yuyerío y a su vez ampliando el paso para comodidad futura de los cánidos (beneficio que seguramente no van a retribuirme).Luego de avanzar unos cuantos palmos de ninguna forma en línea recta y haber cruzado desaprensivamente otros senderos intersectantes, la máquina se detuvo sorpresivamente. “Se desenchufó”, pensé con fría lógica. Pero al instante la cagué (perdón por la cruda expresión pero es lo más cercano que encontré para expresar el frío helado que me corrió por el espinazo).Al tirar del cable para verificar si estaba suelto o no, no sentí resistencia alguna. “Todavía queda cable, no hace tope”. Y seguí tirando. Qué boludo, si estaba desenchufada, seguro que no iba a haber resistencia.Empecé a volver sobre mis pasos, siguiendo la naranja línea del cable.Hasta que llegué al final. Tomé la ficha de tres patas con adaptador a dos en mis manos y mirando en redondo me di cuenta que no veía la salida. ¡Perdido en la jungla sin agua y sin comida!.Sin desesperarme en lo más mínimo, enrollé el cable y llegué nuevamente hasta la cortadora de césped. Siempre es bueno tener a mano algo con que atar o escalar.Me dije que salir era sencillo, bastaba con caminar en línea recta para acabar encontrando una salida o al menos romperme la nariz contra una de las medianeras. Sin embargo caminar en línea recta implicaba internarme entre los yuyos separándome del camino.Encontré esta tarea harto difícil. Tenía que dejar atrás la máquina –no hay forma de hacerla atravesar las marañas por encima cual alíscafo- y los tallos duros se resistían a cederme el paso. Me resigné a seguir uno de los senderos para ver hasta donde llegaba.Creo que caminé más de tres horas antes de sentarme a descansar. Nada, no había manera de salir. Intenté en vano saltar y trepar a los yuyos más gruesos para ver si por encima de ellos veía una casa, una antena, algo que me orientara. Pero bastaba con que ascendiera uno o dos metros del piso para que el tallo, más fino en la parte superior, se doblara y me dejara otra vez como al principio, pero un poco más dolorido en cierto huesito.Ya no tan tranquilo apuré al paso, vaya uno a saber que clase de animales habitan estos parajes y con qué oscuras intenciones los perros se internan en esta espesura (mis zapatillas y sus trastes saben que tienen sobrados motivos para vengarse de mí).Cuando los rayos del sol empezaban a abandonarme, llegué a un claro y tuve un encuentro inesperado.El Cascote, un pibe del barrio desaparecido hace no mucho más de un mes al que recordarán por la noticia en los periódicos, estaba allí sentado, comiendo vaya a saber qué cosa que no me atreví a preguntar.Resulta que el Cascote, según me contó, había entrado en el patio del vecino del fondo para robarse unos limones cuando el dueño de casa lo sorprendió y amenazó de muerte, corriéndolo por el patio. El Cascote, asustado, saltó la medianera y aquí estaba, con miedo a salir y que el vecino del fondo lo agarre del pescuezo. Nunca el vecino me dijo nada sobre el incidente, tal vez por miedo a que lo asocien con la desaparición o muerte del Cascote (dada por hecho por los medios periodísticos que nada sabían del incidente del limonero) o tal vez porque jamás me ha dirigido la palabra y es más, ni siquiera conozco su cara, así que qué iba a venir a darme explicaciones a mí.El hecho es que el Cascote no quería salir ni mamado, que estaba bien ahí, viviendo de la caza y de las cosas que le alcanzaban los perros a cambio de unas caricias sinceras.Afortunadamente para mí, el Cascote no salía de la jungla por decisión propia y no por no saber como hacerlo, por lo que no tuvo reparos en enseñarme el camino de vuelta y acompañarme un trecho.Al final recuperé la cortadora, regresé a mi viejo y querido patio y luego de un apretón de manos el Cascote se perdió nuevamente en la espesura.Ya en pleno ocaso, guardé las cosas que había estado usando para terminar el trabajo el día de hoy.Ya corté el pasto del fondo, excepto un par de metros cuadrados por los que seguramente mi esposa va a quejarse, pero yo no voy a dejar al Cascote sin intimidad o hacerlo correr el mismo destino que las especies amazónicas en extinción, por arrasar su habitat. Además me prometí firmemente no retar más a los perros si los veo arrastrar un pollo o una porción de tarta hacia el fondo del terreno, al fin y al cabo no hacen más que proteger a un pobre muchacho asustado.

sábado, 9 de septiembre de 2006

Más vale que zozobre y no que fafalte

¿Vieron que cuando la tecnología llega a un límite, la mejora a todos los problemas pasa por la cantidad?
Sino fíjense en los comerciales de las toallitas femeninas o las maquinitas de afeitar.
En el caso de las toallitas, desde la ya no tan reciente aparición del gel absorvente (puede aplicarse el mismo razonamiento a los pañales), el mayor logro a sido meter capas y capas de material absorvente para mantenerte seca.
Tenés la capa que te proteje la chabomba, otra que absorve toda la humedad, una tercera que evita que la humedad (¿no estaba absorvida?) vuelva a escaparse por donde entró y algunas más que entre otras cosas evitan las paspaduras, te protegen del viento, te dejan andar en bicicleta o te depilan químicamente.
Por el lado de las maquinitas, puedo hablar con mayor causa y concluyo que estos arados faciales (más o menos como los ha sabido definir muy bien mi esposa) son el ejemplo perfecto para lo que quiero decir.
Desde la aparición de las maquinitas desechables y la banda lubricante el único avance es agregar más bandas lubricantes y más cuchillas.
Cuando apareció la primera con doble cuchilla te mostraban una animación en donde la primer cuchilla te levantaba el vello y la segunda te lo rasuraba. ¿Es que la primer cuchilla debe tener poco filo? La cuestión que el pelo te quedaba unas décimas de milímetro por debajo de la piel.
Ahora, con la aparición de la máquina con tres cuchillas, resulta que ni la primera ni la segunda cortan el vello, sino que lo torturan un poco hasta que la tercera lo cercena. Ahora sí, es necesario que la segunda cuchilla funcione peor que la de la máquina doble, porque siendo el efecto final el mismo, cae de maduro.
Recientemente apareció una máquinita con cuatro cuchillas, con lo cual las tres primeras cuchillas no hacen más que tironear el pelo para sacarlo bien afuera.
Si siguen así, cuando lleguemos a las nueve o diez cuchillas, ¡no quedará más pelo para cortar! Cada una de las cuchillas lo habrá arrancado completamente como si se tratara de una pinzita de depilar antes que la última cuchilla encuentre algo para cortar.
¿Cuál es el límite? El peso que la mano pueda sostener conforme vayan agregándose más cuchillas.
¿La solución a este problema? La máquina de afeitar de mesa: se asienta la base con las docenas de cuchillas sobre la mesa y uno tendrá que limitarse a fregar la cara contra la superficie cortante, cual gato contra la pierna del amo.
Por eso yo estoy pensando seriamente plegarme a la moda Raúl Castell.
Más vale pecar de barbudo que terminar con una hemorragia irreversible debido a los múltiples cortes por pasarse de lado la maquinita hectacuchilla.

domingo, 3 de septiembre de 2006

Mensajes

Hasta hace unos cuantos meses, trabajaba en un supermercado.Como ahora mi nuevo empleo queda a unas seis o siete cuadras, y en virtud de las buenas relaciones que me han quedado, sigo dejando el auto por las mañanas en el estacionamiento del super. Como todo queda en la zona del microcentro de la ciudad es mucho más seguro dejar el pobre 12 a resguardo.Cómo el único agua que conoce el auto es la del radiador, la capa de tierra que lo cubre es como para detallar sus accidentes geográficos.Hoy encontré que alguien había escrito con el dedo sobre el capot: "Dejá dos pesos para las facturas, guacho!".Seguramente uno de los muchachos de seguridad, un repositor o alguno de mis ex-colegas haya sido el ocurrente, para gastarme tanto por la mugre como por la rascada de ahorrarme el estacionamiento usufructuando gratarola el del mercado.Me resultó una broma agradable y seguramente amistosa.Borrar la leyenda significaba dos cosas.Una, admitir que había sido burlado y que el mensaje no me había sido indiferente.La segunda, mucho más grave: me obligaba a lavar el auto.Si me hacía el sota, doblemente amargo. Ni el autor ni yo sacábamos provecho del asunto.Como soy una persona rencorosa, ventajera y no me gusta pasar por gil tan abiertamente, redoblé la apuesta con una respuesta.Sobre el capot del auto, también con el dedo y debajo del otro mensaje escribí: "Cuando me laves el auto te dejo".Como le comentaba a mi esposa: existirán vehículos con GPS, reproductores de DVD y otros instrumentos inteligentes, pero a ver cuantos pueden decir que tienen la carrocería con servicio de chat on board.No se si alguna vez ya se las he recomendado desde el blog, pero si así no lo fuera, miren estas fantásticas esculturas y tallas elaboradas en madera. Realmente increibles.